Por Deivis Ventura*
En estos días me he tenido que empeñar a fondo para lograr comunicarme con varios amigos y compañeros de lucha del movimiento LGBT. El corredero del día a día, las actividades de los proyectos, el cumplimiento de los indicadores, las reuniones de coordinación con los donantes y los afanes de la vida particular, se han convertido en las barreras para que pueda hablar tranquilamente con mis hermanos en la lucha por los Derechos Humanos.
El activismo está secuestrado, la ilusión por la equidad entre todas las personas se evapora entre los formularios, las listas de participantes, los informes de avances y mil pendejadas que se inventan muchos donantes, que se dicen nuestros aliados, para justificar los supuestos avances logrados con los tres o cuatro pesos que ponen en las ONGS.
Al activismo lo secuestro la nueva estrategia de prevención y atención del VIH con sus metas inalcanzables y sus mil formularios físicos y online, que convierte a los activistas en obreros del testeo de miles de personas que son asumidas como poblaciones clave.
A los activistas los secuestro el silencio, la mordaza que imponen los que dan la plata y muchos que las reciben aquí, que nos sientan en las mesas de los hoteles en consultas estériles para que validemos lo ya pensado, planeado y casi ejecutado. Los activistas de constructores de sueños pasamos a ser sastres de zona franca cuyo único trabajo consiste en pegar las piezas que otros cortan a su medida.
A los defensores de Derechos Humanos los secuestro la transversalidad, que saca de la agenda central de las iniciativas los temas asociados a la creación de un clima social favorable para los LGBT. Si quieres que una realidad social no cambie convierta en transversal, que no es otra cosa que dejarla sin recursos, sin actividades claras y sin caras definidas.
A los Activistas los secuestraron los capitalistas de los Derechos Humanos que nos roban el sentido de la solidaridad, de compartir los saberes, la lucha común. Nos han puesto los unos en contra de los otros debilitándonos en luchas por cuatro chelines coloraos, Ahora somos títeres de los nuevos colonizadores de los Derechos Humanos que en sus escritorios imperiales diseñan el nuestro mundo para quedarse con la tajada mayor. Esos nos robaron el sentido del trabajo voluntario, de la donación propia, del darnos a la lucha porque sí. Segmentaron nuestras agendas y hasta a nosotros mismos.
Nos robaron los sueños, la ilusión, el deseo de lucha, la libertad de pensar y actuar, nos robaron a los unos de los otros y nos aislaron en burbujas de algodón para que podamos dormir el sueño de los muertos.
Yo descargado de ataduras seguiré mi camino. Como un Quijote alocado pues no tengo nada que perder. Me tengo a mí mismo y a mis sueños.
Sé que muchos y muchas que están de acuerdo conmigo no dirán nada pues hay que cuidar el arroz con habichuela. Yo pongo la dignidad propia y la de mi gente por encima de estas cosas.
Por DEIVIS VENTURA, activista y político LGBT de la República Dominicana
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