Y el COVID dejó de ser el mito lejano. Distante. Para entrar en nuestra familia, trieja. Esperamos haberlo superado. Pero no fue así para otros seres cercanos. Permanecerán en nuestras memorias de vida y por la vida.
Los silencios de mi hermano Elías:
Por Manuel José Bermúdez Andrade*
De Elías, siempre el más calmado y callado de todos, tengo las memorias de su amor por los animales.
En algún momento soñó ser veterinario y nuestro solar parecía un gran zoológico, con perros, marranos, patos, gallinas, conejos, entre muchos otros. Cada quien como yo fuimos construyendo nuestros sueños una y otra vez, para ver como esas mismas miserias en la supervivencia nos los arrebataba para recomenzar. Nunca le escuche un te quiero, no sé si en la intimidad logro decírselo alguna vez a su esposa Ana. Pero siempre estaba ahí pendiente. Y a Ofelia la visitó sin falta cada día, en silencio, para llevarle algo de desayuno, tomarse un tinto y permanecer callado en un rincón como el niño al que un día colocaron ahí y le ordenaron no moverse.
Y desde esta mañana del 9 de abril de 2021, ya no estará sentado, en soledades silenciosas, más que en mis memorias. Nuestras memorias en que la vida nos ha venido devolviendo de a uno a su esencia. A la nada. Como la mazorca que dicen se va desgranando, de 15 cada etapa da cuenta de alguno. La meningitis, los partos fallidos, el tener que salir de improviso de un pueblo a otro, desde los 15 años que se dejó seducir por el paisa Bermúdez en su pueblo natal del Tolima. Y los más recientes, ya jechos, Darío de un tiro, en una noche de incontables muertos en Medellín. Después Libardo de una enfermedad repentina y silenciosa y Jaime de un cáncer. Y ahora Elías por COVID.
De los 15 que pariste ya no queda más que cuatro. Y si creyera, en un más allá, diría que de nuevo los estas juntando y sentando a la mesa en tu nido de matrona. Pero simplemente somos moléculas de vida y de memorias que nos luchamos nuestro paso salvaje por esta vida, para morirnos en la evidencia de que eso somos, más frágiles y volátiles que cualquier aprendizaje con el que nos malcriaste machos.
En mi pc, recupero mi primera foto en esta vida. Tres meses de nacido en brazos, precisamente de Elías. Sentado, el, en la misma postura de siempre. Ahí con sus silencios y una sonrisa extraña, callada, para uno. Una de las pocas fisuras de ternura manifiesta que me recuerdan que eso somos memorias que seguiré narrando con la certeza de que algún día yo también seré parte de las memorias de alguien. Mientras, a mí el COVID, del que recién me recuperé, al parecer no me mató.
Y como en las violencias o las miserias, uno termina pensado que al menos no somos los únicos, a los que la vida reclama en cada racha. Y que, aunque duro, es la moda morirse en medio de al son de los ecos del mundo, para recordarnos que eso somos. Seres vivos que transitamos sin fecha de caducidad, este multiverso diverso. A Elías, nuestras memorias.
Por Manuel José Bermúdez Andrade
Comunicador Social, docente universitario
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@aevamaestropolitriarte AEVAM porqué la #vergüenza #social frente al #covid ?
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