Un complejo de viviendas de monoambientes para uso exclusivo de doce mujeres trans mayores que pudieron salir de la marginalidad gracias al acompañamiento de la hermana Mónica Astorga. Astorga, de la orden de las Carmelitas Descalzas, hace diez años se puso al hombro este proyecto y consiguió apoyo del gobierno provincial y la Iglesia.
“Ella desde el primer momento nos empezó a ayudar en todo sentido. Yo estuve viviendo 15 años en una pensión. Obviamente que no estoy desagradecida, pero el lugar no era digno de vivir”, cuenta a Presentes Érica Díaz. Y continúa: “Cuando vos vas a pedir un alquiler te dicen 10.000 pesos y cuando te vieron la cara te dijeron 25. Eso es lo primero que pasa, la discriminación está desde siempre”. El lunes 10 de agosto se transformó en una de las mujeres trans en mudarse al complejo habitacional Costa del Limay, destinado a garantizar el acceso a la vivienda de esta población históricamente excluida.
Díaz vive en la ciudad de Neuquén, pero es de Cutral Co, la localidad que en 1996 instauró el piquete como forma de protesta social ante los estragos que había causado la desocupación luego de la privatización de YPF. Hace una década conoció a la hermana Astorga.
“Nunca pudimos vivir dignamente en una casa linda, siempre caemos a los lugares peores, todas vivimos mal en ese sentido, porque siempre se cobra mucho más. Entonces la hermana Mónica dijo: “vamos a hacer un proyecto”. Tardó diez años el proyecto y gracias a dios ahora estoy en mi casa, mirando cómo mis perros juegan en el patio”, afirma.
Érica es trabajadora sexual y tiene 40 años. El promedio de vida de la comunidad trans ronda los 35.
“Desde que llegué acá estoy levantándome a las 6 para poner bonito el lugar”, asegura.
La hermana Mónica recibe las fotos que le mandan todas: “una me decía: “el baño de la casa es más grande que el cuarto donde yo alquilaba”.
El proyecto de la hermana Mónica
“Yo comencé a acompañar a las trans hace 14 años. Lo que a mí más me impactó es que cuando les pregunté qué sueño tenían me dijeron que lo que querían era una cama para morir. Para mí fue muy movilizante”, dijo a Astorga a Presentes.
El complejo de 12 monoambientes está en el barrio Confluencia. La obra demandó una inversión de 27,6 millones de pesos. El monasterio Carmelitas Descalzas, al que pertenece la hermana, es el que administra el lugar y está destinado exclusivamente a mujeres trans adultas en situación de vulnerabilidad. Tiene seis departamentos en la planta baja y seis en la superior, con un salón de usos múltiples.
Del proyecto no solo participó el gobierno provincial –cuya construcción fue canalizada por el Instituto de la Vivienda- sino que el municipio capitalino fue el que cedió, en 2017, el terreno al monasterio. En el acto de inauguración participaron las beneficiarias, la hermana, el gobernador, Omar Gutiérrez y el intendente Mariano Gaido.
El complejo, explica Astorga, está “a nombre del monasterio, así se pudo resolver todo el trámite, porque si se lo dábamos a alguna organización corría el riesgo de que después se disolviera y con el lugar quedasen una o dos personas. El monasterio administra pero no podemos hacer uso de ese lugar para otro fin. A ellas se les hizo un comodato. No pagan alquiler y allí pueden vivir hasta que se mueran, o si se quieren ir y dejar el lugar, lo va a ocupar otra trans”.
Para Astorga la primera exclusión que recibe esta población proviene de su familia. “La mayoría de las trans que yo acompaño fueron expulsadas entre los 8 y los 15 años de sus casas y algunas no tuvieron nunca más contacto con su familia. Se las sigue matando hasta el día de hoy en Argentina. De enero a la fecha tenemos 58 muertes, el promedio de edad de 35 años, la última que mataron fue en Tucumán (Vanesa Solórzano)”, señala.
La familia no es la única institución refractaria a las personas trans. También lo es la Iglesia Católica a la que pertenece la hermana. “Sí, tuve diferencias con varios y varias, pero tengo el apoyo principal del Papa y él me acompaña”, manifiesta.
A Jorge Bergoglio lo conoce desde que era jesuita y estaba en el Colegio del Salvador de Buenos Aires. Comenta que le mandó fotos de la inauguración. “Me pone “saludo a tus chicas”, no me pone a esos hombres disfrazados de mujer, a esos enfermos”, agrega la hermana.
Ella es una referente para sacerdotes y monjas de todo el país que asisten a las personas trans. “Es como hacer una masa, este trabajo se va haciendo con un mínimo de levadura y va fermentando. Así, muy despacito. Por eso yo desde la Iglesia dejo que digan lo que quieran decir los cerrados conservadores, los que salen a gritar haciendo alarde de que luchan por las dos vidas, pero están dejando morir a todo este otro grupo que merece vivir también. Se va haciendo un camino con este poquito de levadura”, apunta.
Discriminación, motivos económicos y sobreprecios
En 2018 se presentó el primer relevamiento a la población trans de Río Negro y Neuquén que realizaron la Universidad Nacional del Comahue junto a organizaciones LGBTIQ+, con aportes de las áreas de Derechos Humanos y Diversidad de ambas provincias. El informe plantea una detallada caracterización socio-demográfica, en una muestra que incluye cinco localidades, e incorpora la situación habitacional.
De acuerdo a los datos publicados, el 45% de las personas trans de ambas provincias “tuvo dificultades para alquilar, que están relacionadas con: la discriminación que padecen les entrevistades por su identidad (más del 60% en ambas provincias), motivos económicos (alrededor del 15% tanto en Río Negro como en Neuquén), y sobreprecios (el 15% en Río Negro y el 7% en Neuquén).”
En el trabajo se menciona que “si bien en el instrumento no hay una pregunta referida específicamente a los contratos de locación, durante el desarrollo del mismo algunes encuestades revelaron que nunca firmaron uno. Esto implica que las variaciones en las condiciones del alquiler sean recurrentes, lo que impacta en el valor de la locación, que a su vez produce una enorme inestabilidad en la posibilidad de hacer uso del derecho a la vivienda.”
En cuanto a la adquisición de una propiedad, el relevamiento indica que “el 68% en Neuquén y el 63% en Rio Negro nunca intentó comprar una vivienda.”
“Yo le voy a enseñar cómo se trata a una mujer trans”
Para Adrián Urrutia, director provincial de Diversidad que estuvo presente en la inauguración, la posibilidad de tener una casa “viene a reparar años de persecución.” “Hasta el 2011 en Neuquén estaban vigentes los códigos contravencionales que criminalizaban a las personas travestis y a la homosexualidad. Los derogamos el 24 de agosto a las 3 de la mañana en la Legislatura con la presión de las organizaciones. Ese Estado que criminalizaba, hoy entrega una vivienda”, sostiene.
La dirección puso a disposición camionetas para la mudanza. Así fue como trasladó sus muebles Paola Guerrero, de 46 años.
“Yo vivía con unos amigos que me alquilaban una pieza. Siempre en departamentitos chiquitos. Las demás compañeras que tienen casa es porque han heredado o se han juntado, porque si no es muy difícil para una trans tener una vivienda propia”, asegura.
Y recuerda: “Yo iba a alquilar y en un momento cuando les digo: “mire, yo soy trans” ahí empiezan: “ay, no porque mi marido no quiere”, “ay, no porque mis vecinos qué van a decir”. Siempre hay un prejuicio, un pero. O piensan que todas somos re barderas, que vamos a dejar mal el lugar. Al principio caes como el monstruito que llegó al barrio, creo que por un tiempo largo las mentes están muy cerraditas y vamos a seguir así”.
Paola fue una de las primeras en militar en Conciencia Vihda, en Vidas Escondidas y en ATTTA en la región. En ese contexto la conoció a la hermana. “Ella me dijo: ¿Paolita vos querés tener tu propia casa? ¡Y sabes cómo me puse a llorar!”, relata.
Hizo su transición a los 15 años y estudió gerontología en el Centro de Mano de Obra Especializada (CeMOE) Macelino Champagnat.
“Fui una de las primeras trans que entró a un colegio religioso con Luján, las dos primeras que inauguramos. El primer día no lo reté, pero lo eduqué al director del Champagnat, porque nos trató en masculino y yo le dije: “mire, acá estamos en una escuela yo le voy a enseñar cómo se trata a una mujer trans”.
Luján es Luján Acuña, que tiene 53 años, es enfermera y referente de las mujeres trans adultas mayores.
“Son años de lucha, años de sueños. Cuando nos juntamos por primera vez con la hermana Mónica nos preguntábamos: “¿qué es lo que puede llegar a hacer esta monja por nosotras?” Lo descubrimos con los años”, subraya Luján.
Afirma: “Nosotras somos las encargadas de cambiar esta historia moderna, contemporánea. Se va a hablar de nosotras mucho más allá de nuestras muertes, porque fuimos las primeras mujeres trans que entablamos un lazo tan fuerte dentro de la Iglesia Católica que hoy en día tenemos la suerte de que se está replicando en varias provincias de nuestra querida Argentina. Esto nos da la certeza de que la Iglesia tiene que reconocer la transexualidad como parte de esta sociedad y que el mundo nos tiene que dar el lugar que nos corresponde: ciudadanas de primera. Con todos los beneficios y las obligaciones que eso trae”.
Vía https://agenciapresentes.org/
Por Laura Loncopan Berti, editora de género en el Diario de Río Negro
Fotos: Diario de Río Negro/Gobierno Provincial
0 comentarios :
Publicar un comentario