Cada concepto tiene un significado preciso
¿PROSTITUCIÓN O TRABAJO SEXUAL?
Por Manuel Antonio Velandia Mora PhD, Enfermería y Cultura de los cuidados. Autor de Desde el cuerpo.
El Día Internacional del/ de la Trabajador(a) Sexual es una conmemoración que recuerda a la discriminación de las prostitutas y de su vida, y de sus condiciones de trabajo. El punto de partida del Día Internacional de la Trabajadora Sexual es en memoria del 2 de junio de 1975, en el que más de 100 prostitutas ocuparon la Iglesia de Saint-Nizier de Lyon, Francia, con el fin de llamar la atención a su situación. Este día conmemorativo se celebra anualmente desde 1976 el 2 de junio.
En Colombia fuimos pioneros en la utilización del término trabajo sexual, Manuel Antonio Velandia Mora hizo parte del equipo que en República Dominicana definió este concepto. El texto que a continuación se presentan hace parte del libro Desde el Cuerpo, publicado por Fundación Apoyémonos/ UNDCP- Naciones Unidas/ DAPC- Programa japonés de prevención de la drogadicción. En Bogotá, Colombia, en 1996
Durante siglos se le llamó "prostitución" a la práctica de intercambiar relaciones sexuales genitales a cambio de dinero, como forma básica de sustento.
En los y las menores de edad esta actividad es considerada como un recurso para lograr aproximarse a algunas necesidades construidas por la sociedad de consumo para personas de su edad, que ellos llegan a considerar "vitales" y que en la práctica resulta aberrante. Hace unos años se acuño el término "trabajadoras sexuales" que buscaba proporcionar un cierto estatus a este oficio, para que aquellas a quienes denominaban despectivamente "las prostitutas" pudieran acceder a los derechos y prerrogativas de las demás trabajadoras y también para eliminar toda connotación peyorativa. Sin embargo, recientemente se hace una nueva distinción entre quienes ejercen la prostitución como única alternativa de supervivencia en un entorno social hostil y pobre en oportunidades y quienes, teniendo otras opciones, a veces inclusive las que proporciona la educación superior, optan por derivar sus ingresos de esta actividad. Según este orden de ideas, los menores, por definición, no pueden ser "trabajadores sexuales", ya que el trabajo implica una elección consciente de los medios de producción y los niñosy niñas debido a su edad, inexperiencia y la imposibilidad de ser reconocidos auto determinados, aún son dependientes de los adultos en cuanto al afecto y al desarrollo de su personalidad.
Trabajo sexual
El trabajo sexual es una actividad productiva, en condiciones equiparables a las de otras formas de producción. Sin embargo, en este caso, la persona es considerada como el objeto o mercancía. Lo que se vende no solamente es físico-genital, sino también, de alguna manera, en este intercambio se compromete la identidad particular y psico-social de quienes hacen parte de la negociación.
En esta forma de intercambio económico la oferta y demanda giran en torno al ejercicio genital, el cual puede estar o no, acompañado de intercambios eróticos y simulaciones afectivas. Un acto se refiere a un encuentro y según la negociación se pueden contratar uno o más actos y en cada acto, una o más prácticas. Las prácticas tienen que ver con los gustos, pedidos y exigencias del cliente, como juegos eróticos, posiciones en las relaciones genitales, relaciones no genitales como masajes eróticos, exhibicionismo, prácticas voyeristas, etc.
Históricamente el trabajo sexual se anida en los lugares en donde se presenta un proceso de “desarrollo económico y social”. Se expande en relación directa al crecimiento de la población, el desarrollo de las vías de comunicación y otras actividades que indican movilización de la población, como la industrialización de la agricultura, la creación de medios masivos de comunicación y la apertura de nuevas formas de producción y empleo.
Además, existen otros fenómenos que se relacionan con el incremento del trabajo sexual, como las colonizaciones rápidas, las bonanzas de productos agrícolas y mineros, la proliferación de cultivos ilícitos y la difusión del consumo de sustancias psicoactivas.
Algunos clientes de quienes trabajan sexualmente se convierten en visitantes asiduos o "permanentes" y no necesariamente tienen contactos genitales con éstos(as). La esencia del trabajo sexual es la venta de un espacio de tiempo disponible de quien oferta el servicio. Esto quiere decir que el cliente puede hacer uso de su "derecho" a tener un contacto genital por el dinero que paga u optar por no tenerlo y de todas maneras está obligado a cancelar lo acordado. Por esto se dice que muchas veces los clientes van a "terapia", a conversar y no llegan a tener contactos de tipo erótico o genital.
En cuanto al pago o estipendio, en el trabajo sexual, la contraprestación puede ser en dinero, en especie, e incluso de otro tipo, como droga o diferentes prebendas que en últimas son consideradas beneficiosas por quien presta el servicio.
Trabajadores/as sexuales
En la Segunda Conferencia Panamericana de SIDA, realizada en Santo Domingo, República Dominicana, en diciembre de 1989, durante el panel "Cómo alcanzar a los individuos", un grupo de profesionales recomendó la utilización en los diferentes países participantes del evento del término Trabajo sexual, para referirse de una manera no peyorativa a las personas vinculadas a la prostitución, cuando se habla de esta forma de producción específica y de quienes la ejercen, y evitar así, que surjan en quienes investigan, escriben y leen al respecto, juicios de carácter moral que afecten la interpretación de la información.
Trabajador(a) sexual se considera a la persona, hombre o mujer, mayor de edad, quien en una forma más o menos permanente oferta su expresión genital, y sus habilidades eróticas o de simulación afectiva a otras personas de igual o diferente sexo, a cambio de una recompensa.
Esta definición de trabajador(a) sexual supone que quien recibe la propuesta y la acepta, tiene plena conciencia del tipo de negociación que está realizando. La persona se encuentra conforme con esta modalidad de producción para su vida y no se encuentra preocupada por cambiarla, es decir, posee una identidad de oficio.
La actividad del mercado sexual se presenta en todas las clases sociales, aun cuando las mujeres que se ubican en la clase social denominada clase alta y quiénes son sus clientes son mucho más reservados que en los otros sectores de clase.
El trabajador sexual tiene con su trabajo más o menos la misma relación que tiene con su oficio cualquier otro trabajador. En términos generales le agrada, valora como justo el pago y lo considera una buena alternativa económica de subsistencia. Al contrario de lo que piensan algunos miembros de programas de rehabilitación, el trabajador sexual no considera que necesite ayuda, que deba cambiar su forma de producción o que esté haciendo algo malo, ya que el trabajo sexual en adultos, ejercido en forma autónoma e independiente, no es ilegal.
La denominación "trabajador sexual" o "trabajadora sexual" aunque es menos peyorativa que "prostituta" o "prostituto" ha adquirido una connotación social negativa y de todas maneras en la práctica ubica a quien ejerce este oficio en un escalón inferior a los demás trabajadores, dentro de la escala social, productiva y laboral.
Varias asociaciones de mujeres adultas vinculadas a la prostitución en América Latina han acogido el término trabajo sexual para definir su actividad productiva. Entre ellas están la organización Mujeres 2.000 (que las agrupódurante algunos años) y CORMUJER que actualmente las agrupa en Colombia; la Asociación Femenina de Trabajadoras Autónomas de Chile, (citado por MUJER/FEMPRES, No 143, Chile) y el Centro de Orientación e Investigación Integral (COIN) de República Dominicana. En el texto Sexo, trabajo y sociedad de Reynaldo Pareja y Santo Rosario, publicado en República Dominicana (1992) y en los documentos de la Cámara de Comercio de Bogotá a partir de 1993 también se habla de "trabajo sexual" y "trabajadoras (es) sexuales" para referirse a mujeres en prostitución.
La Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (1990) y varios investigadores del área de América Latina y el Caribe han utilizado el términotrabajador(a) sexual para referirse a las personas que ejercen esta actividad.
En Colombia, la periodista e investigadora Amparo Pontón, quien a partir de 1990 realizó un interesante trabajo de acercamiento a los menores vinculados a la prostitución en la zona centro de Bogotá, también utilizó en sus informes el término trabajo sexual para definir la actividad de los niños. A nivel institucional, el Programa Nacional de Prevención y Control de SIDA realizado por el Ministerio de Salud en su Plan a mediano plazo (1990 o 1993) acogió una iniciativa para que en la estrategia de la prevención de la transmisión del virus por vía sexual se utilizaran los términos trabajo sexual y trabajadoras (es) sexuales en las diferentes actividades e informes relacionados con esta población.
Puede decirse, que de una manera u otra, los conceptos de trabajo sexual y trabajadoras(es) sexuales han comenzado a formar parte del lenguaje de investigadores, trabajadores sociales, funcionarios encargados de formular políticas de salud y comunicadores, lo cual ha tenido un efecto altamente positivo, pues aunque hasta ahora no se había definido o delimitado el significado de estos términos, el concepto del trabajo sexual como una forma de producción se ha impuesto y ha sido reconocido socialmente.
Menores y Trabajo sexual
Las personas objeto del Proyecto En la Jugada realizado por la Fundación Apoyémonos con el apoyo de UNDCP de Naciones Unidas y el Programa Japonés de Prevención de la Drogadicción son hombres y mujeres menores de edad, cuya actividad sexual no es un acto consciente, voluntario. No lo es por el hecho de que un menor no tiene plena conciencia de sí mismo, ni de su identidad sexual o de su cuerpo, vida y salud, y porque por sus bajos niveles de educación, su marcada necesidad económica y la falta de vínculos afectivos con su familia, su opción no lo es, por que no es voluntaria y auto-determinada, sino motivada por sus extremas necesidades de supervivencia. Es importante recalcar, además, que el trabajo es considerado como una actividad lúdica, gratificante y dignificante y que tales circunstancias no se hallan presentes en esta forma de producción infantil y adolescente.
Los menores de edad, niños, niñas y adolescentes que ejercen el trabajo sexual, no pueden ser considerados trabajadores sexuales, así manifiesten que se encuentran a gusto con esta forma de producción y de supervivencia, ya que la práctica de este oficio no proviene de una escogencia libre, entre varias opciones y oportunidades. Y aunque los menores obviamente tienen derecho a manifestar sus gustos y preferencias, se considera que no tienen aún la madurez y la independencia afectiva y psicológica para medir y asumir las consecuencias de la práctica de este oficio en el presente y en el futuro, en su salud física y emocional, y en sus relaciones afectivas y sociales.
Según la Defensoría del Pueblo de Colombia, entidad encargada por la Constitución de 1991 de velar por los derechos humanos, a la prostitución de menores debería llamársele explotación sexual infantil por tratarse de una situación que irrumpe de manera violenta en la vida del menor, alterando su proceso de desarrollo psicobiosocial a partir del uso genital de su cuerpo como mercancía para obtener algo a cambio. Se abusa de su situación de indefensión, de su carencia de oportunidades y de su dificultad para optar libre y autónomamente. Sin embargo, pudiera llamarse menor explotado sexualmente a cualquier menor que haya sido vulnerado en su sexualidad, sin que por ello se le haya vinculado a la prostitución.
Para el Proyecto En la Jugada, la población sujeta de la investigación y de la implementación del programa preventivo, por consiguiente, no son Trabajadores Sexuales, sino menores vinculados a la prostitución o menores en explotación sexual comercial. El proyecto contempla trabajar exclusivamente con aquellos menores quienes "voluntariamente" decidieron vincularse por sí mismos al mercado sexual.
Manuel Antonio Velandia Mora,
Activista Marica
PHD en Educación, Enfermería y Cultura de los cuidados. Autor de Desde el cuerpo
CoFundador del Movimiento de Liberación Homosexual en Colombia
Twitter @manuelvelandiam
Exiliado / Retornado. Bogotá DC
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