miércoles, 25 de octubre de 2017

MODA, CIVILIZACIÓN Y SEDUCCIÓN

El inicio de la temporada académica,  en los países occidentales sigue siendo un indicador de las tendencias que está por tomar la moda en el transcurso del año entrante, esto sea tanto en el caso de la moda femenina como de la masculina.




Por Sadi Paul Brancart
Imago Consult 

La moda femenina es siempre la que recolecta la mayor parte de los comentarios e intereses, así en su caso las criticas embarcan tanto los puntos de vista sobre las elecciones que han sido hechas por los creadores o las casas de moda, como sobre las explicaciones sobre el significado social que reflejan dichas elecciones.

Así el año 2016, fue el año de la “instagirl” del cual la sensualidad era un concepto a dejar de lado, la mujer ingresaba de pleno en la era del numérico y su imagen debía ser el reflejo de esta evolución.

Este año ahora que alcanzamos el otoño de 2017, estamos asistiendo a una vuelta completa respecto a la orientación que se había escogido en 2016: cambio total de direccionamiento y nueva subida de la temperatura con escotes prominentes, cueros por todos lados y sobre todo la reaparición del color rojo.  Todo debe resaltar la pasión y el asombro.

Así el rojo es el color de la temporada; varias casas han hecho la elección de este color radical y contradictorio: a la vez refleja la rebelión, el poder, pero también la feminidad. Será que este color que en el antepasado era considerado vulgar, habría logrado emancipar las ideas preconcebidas? ¿Qué sentido debemos dar a un color que se caracteriza por su ambivalencia? Se trata de un color simbólicamente muy intenso que resalta la opulencia, la pasión, pero también la violencia. Refleja también el empoderamiento de las mujeres en la sociedad, mujeres seguras y orgullosas que quieren ser notadas.



En tiempos más lejanos los atributos de la moda tenían como objetivo enseñar la riqueza, el estrato social de la persona que llevaba el vestido. A partir de los años ´50 con la llegada del cine hollywoodiense la mujer se libera de su yugo corporal para dejar emerger la mujer fatal. 

Los años ´60 cambian el panorama con una feminidad más andrógena, es imprescindible parecer joven. Con la liberación sexual que se abre con el pasar de los años, la moda se pone cada vez más provocante. A partir de los años ´80, el cuerpo triunfa y debe ser a toda costa exaltado por el deporte, las dietas, los cosméticos y más adelante la cirugía plástica. Estamos en lo pleno “body concious”.  Así es que deslizamos progresivamente hacia lo que hoy en día está de moda,  el “trash glam”, ósea el glamur basura.

Esta llegada del “trash glam” es el reflejo de la importancia dedicada al cuerpo, combinando los extremos en una mezcla que desea apropiárselo todo y que al mismo tiempo ya no sabe  adónde mirar para sorprender al público. Todos los comentarios sobre las creaciones de los diseñadores exaltan el lado “sexy” de los vestidos realizados, una palabra en sus inicios revolucionaria y atractiva, que iba de par con la liberalización general de las mentalidades y que hoy en día por su uso desmedido, se puso tan fea.

Si por un lado el feminismo está bien radicado desde hace muchos años, para pegar sus reivindicaciones en las evoluciones de la moda, es necesario mencionar que al mismo tiempo se desarrolla una revolución silenciosa: la del papel que desempeñan de ahora en adelante los hombres en la sociedad y en el mundo de la moda y de la seducción.


La llegada del internet en general, y de las redes sociales en particular, ha puesto en tela de juicio el comportamiento de los hombres en general y ha modificado su relación con la sensualidad.
Así que en el pasado reciente, el “politically correct”, consistía en solo hablar de género y de feminismo, o más bien de “no gender”, y entrar en un debate donde la sociedad ya no sabe si es el “gender gap”, que quiere o por lo contrario, que debe reivindicar el “gender fusión”.



Por un lado se exige que los géneros sean iguales, apropiándose de las características que no tenía o no gozaba del otro género y al mismo tiempo se quiere dar a ver  su diferencia total. De hecho ¿que será hoy en día la feminidad?. Aún más difícil es contestar la pregunta ¿qué es la masculinidad?. Vivimos en un mundo donde los géneros se quieren ver iguales, reduciendo sus diferencias a lo mero físico, estas diferencias que en un año se manifiestan y al año siguiente que no, y que dichos detalles que resumían la única diferencia sean exaltados de la manera más provocante posible. Las relaciones entre la feminidad y la masculinidad no paran de evolucionar, yendo de un extremo al otro, para dar la impresión a veces de que se está perdiendo en sus contradicciones.




Las pasarelas de moda masculina, también han evolucionado: ciertas casas de moda hacen desfilar modelos masculinos con vestuarios provocativos con un éxito mitigado, muy a menudo transposiciones de modelos afeminados.  Sin embrago es indudable que han dado un giro completo, para proyectar la imagen de un hombre que ya no tiene miedo de algo que no poseía ni reivindicaba hasta la actualidad: la seducción. Este espacio previamente exclusivo de las mujeres, las cuales eran las únicas que tenían derecho a ser sensuales y atractivas, ahora viene pisado e invadido por los hombres, sin haber sido verdaderamente reivindicado por ellos y se impuso de manera más o menos espontanea.

Lo cierto es que este cambio que tiene consecuencias mayores que se pueden pensar sobre el papel de los géneros, llegó de manera sigilosa: gracias a la tecnología y la llegada del internet y sobre todo de las redes sociales.

Ahora el hombre en una conducta bastante contradictoria, puede proyectarse y difundir todo lo suyo al otro lado del mundo, llegando a este resultado a escondidas de los ojos eventualmente críticos de su pareja, vecino o compañero de trabajo, gracias a la intimidad que le ofrece su celular. El hombre actual ha aprendido de las redes, las técnicas de la seducción física y las maneja igual de bien que las mujeres.

El hombre en el transcurso de la historia, no tenía el derecho de proyectar su cuerpo, tanto en el ámbito laboral que social. El hombre sólo podía dejarse apreciar por su intelecto y su poder. Hay que regresar hasta la antigua Grecia, para encontrar civilizaciones que sí le daban gran importancia a la estética masculina, hasta por encima de la estética femenina, y esto no impidió que dichas civilizaciones fueran de las más finas y evolucionadas en los tantos campos, tal como el arte, la filosofía, la democracia y otros. Es la prueba de que valorar la belleza masculina no implica ninguna decadencia ni falta de evolución.

Se trata de una evolución social mayor, que está en sus inicios, y cierto que este cambio sí le va a impactar a la moda masculina futura: esperemos a ver! 








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