En el marco del Bogotá International Film Festival (BIFF) salió a la luz Juntas, una película documental realizada entre dos países que nos acerca a las sensibilidades de una pareja homosexual en plena madurez.
La cinta colombo-argentina explora la emotividad de la primera pareja de mujeres legal y abiertamente cónyuges abriendo el camino hacia el matrimonio igualitario en Sudamérica a su regreso a Colombia, país donde se enamoraron.
Juntas (2017) es un documental que alejado del lenguaje habitual del género, no tiene como finalidad un interés informativo y pedagógico; sus directoras, Laura Martínez y Nadina Marquisio, quisieron subir al espectador a un viaje en el que traen de vuelta a Norma y a “Cachita” a la tierra que las unió, que explora a través de los sentidos sonoros y visuales lo que significa amar en la vejez, pasear por los recuerdos tomadas de la mano, cuidarse en la lucha y permanecer juntas.
Para montarse en un tren cargado de valentía y sentimientos, se hará necesario -antes o después de ver el ‘docu’- conocer la raíz de Juntas, un poco de contexto e historia:
Norma y 'Cachita'
Norma Castillo y Ramona Arévalo, dos mujeres que después de haber tenido hombres como pareja, se descubrieron enamoradas en los ojos de la otra, en otros cuerpos, en otro universo, uno más complejo de lo que ya implica enamorarse. Pero una cosa es enamorarse y otra luchar y trabajar para que se pueda amar en libertad en un mundo que se resiste a encontrarle sentido al concepto y aplicarlo. Esta historia es un ejemplo de que la perseverancia no tiene límites cuando se trata de alcanzar la libertad.
Las vidas de las dos mujeres, una argentina y la otra uruguaya, se cruzaron en 1971 cuando las dos tenían 28 años en Colombia, luego de una enviudar, y la otra separarse, se enamoraron después de varios años de haberse visto por primera vez, decidieron darle rienda suelta a los sentimientos, enfrentarse a los prejuicios y vivir como pareja en Barranquilla, en medio del mar Caribe. Y luego de un noviazgo de 20 años quisieron ser esposas legalmente, así que partieron hacia Argentina.
Tras diez años de haberse unido civilmente permanecieron firmes en el intento de casarse. La jueza argentina Elena Liberatori autorizó su matrimonio, sin embargo, una semana después, otra jueza, Martha Gómez, declaró la nulidad de la unión. Fue entonces cuando publicaron una carta abierta a través del blog de la organización 100% Diversidad y Derechos que se expandió con fuerza hasta que la Cámara de Diputados de Argentina sancionó la ley a favor del matrimonio de personas del mismo sexo que luego fue aprobada por el Senado el 15 de julio de 2010. Una fecha marcada en la constante lucha de la libertad de la comunidad LBTIQ y en la vida de Norma y Cachita, quienes a los 68 años se convirtieron en la primera pareja de mujeres gay en casarse en Latinoamérica.
Juntas (2017)
Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio, una colombiana y la otra argentina, cautivadas por la fascinante historia de amor y de lucha de Norma y Cachita, decidieron contar la historia.
Las directoras de Juntas conocieron a Norma y a Cachita antes de que se desatara todo el boom mediático generado luego de su matrimonio, las encontraron en su intimidad, y quisieron retratar la historia de manera diferente a lo que muestran los documentales, por eso, lejos de la narrar la historia con exactitud, se propusieron el desafío de embarcar al espectador en un viaje por la sensibilidad de estas dos mujeres, trayéndolas de nuevo a Colombia luego de 35 años de haber partido del lugar en el que sus caminos se cruzaron.
“La pregunta que nos planteamos con Laura era cómo contar esta historia que no fuera lo que siempre encontramos en los medios masivos, sino que fuera un retrato más intimista... Nos gusta ese juego de contemplación, de dejarse llevar, más que nada es un viaje interior, no solo de quienes realizamos esta película, sino al que queremos embarcar al espectador, ese fue el gran desafío”, cuenta Nadina Marquisio.
Fue así como hace tres años y medio grabando Juntas, recorrieron Taganga, Santa Marta y Barranquilla durante un mes, y sorteando los obstáculos y los imprevistos propios de una realización documental, lograron algo más allá de tener un producto audiovisual; consiguieron hacerles realidad el sueño de volver a recorrer las calles en donde todo nació, revivir los recuerdos y causar reencuentros de una pareja que en su vejez enfrentan el pasado, las trampas de la memoria y la fatiga del cuerpo teniendo al mar como testigo.
“La idea de volver a Colombia fue nuestra porque Norma y Cachita no tienen los medios suficientes para hacerlo. Cuando nos encontrábamos con ellas lloraban todo el tiempo porque no podían regresar a Colombia, evocaban su tierra amada, que evocaba la mejor parte de su historia, que fue cuando se conocieron, esa fue nuestra apuesta". Completa Nadina.
Al bajarse del tren, Juntas resulta ser un viaje que con ayuda del color, los sonidos, y las imágenes, nos introduce en la celebración del amor y la fortuna de regresar a un lugar donde se fue feliz.
La producción que se realizó gracias al apoyo de Proimágenes fue elegida en el Festival de Francia en la Competencia Internacional de Óperas Primas de Cinéma du Réel donde se estrenó en marzo del 2017, a partir de allí comenzó un recorrido por festivales internacionales, como es el caso del BIFF.
Por: Maria Alejandra Calderón
Sábado, 14 Octubre, 2017
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Juntas: un mensaje para el activismo lgbti latinoamericano
Por Mauricio Albarraciín
Norma y Cachita fueron la primera pareja de mujeres que se casó en América Latina. Aunque una es uruguaya y la otra es argentina, vivieron su amor por varias décadas en Pivijay, departamento del Magdalena. En la película Juntas, de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio, la pareja vuelve a recorrer los caminos, admirar los árboles, disfrutar el mar, hablar con sus viejos amigos, en fin, a recuperar sus recuerdos en la costa Atlántica: “Dejamos Colombia jurando que íbamos a volver muy pronto, pero el tiempo tenía otros planes y quiso que pasaran más de 20 años, ahora estamos acá, siguiéndole el juego a la memoria”.
Es una película delicada e íntima que nos deja muchas lecciones para el activismo de los derechos en la región. Esos 20 años en los que Norma y Cachita no volvieron a Colombia coinciden con las dos décadas más intensas en la lucha por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y trans en América Latina. “¿Cuándo comenzó este viaje?, ¿fue al salir de Buenos Aires o al llegar a Colombia?”, se preguntan en la película. Al escuchar la voz en off, no dejaba de pensar en lo influyente que ha sido el activismo lgbti argentino para el resto de América Latina, desde las políticas contra la discriminación, pasando por el reconocimiento del matrimonio igualitario hasta la ley de identidad de género. Pensaba también que los caminos del cambio social y legal en nuestra región se cruzan de manera asombrosa.
Norma y Cachita se enamoraron y pasaron días felices en un pueblo de una de las regiones más conservadoras de Colombia. ¿Quién se hubiera imaginado que en un pueblo que podría ser Macondo se escondía un amor que luego rompería el silencio exigiendo igualdad en las lejanas tierras argentinas? “¿Qué hago? ¿Peleo por mí? ¿Vivo el amor? ¿Lo defiendo? Son días, horas, años que se van quedando ahí, es nada más y nada menos que la vida mía”, dice Norma mientras recorre la casa donde vivieron.
En la lucha por los derechos lgbti, hemos aprendido mucho unos de otros. Celebramos cada avance legal latinoamericano. Nos han inspirado las movilizaciones argentinas, uruguayas, brasileñas y mexicanas. Por años hemos hecho amigos del activismo en Chile, Paraguay, Perú, Bolivia, Venezuela, Cuba, Costa Rica, entre muchos otros países. Sin embargo, nos ha costado crear más redes y alianzas sólidas. Los latinoamericanos tenemos tantas cosas en común, pero tan poco espacio para trabajar juntos.
Este mismo fin de semana, mientras se proyectaba Juntas en el Festival Internacional de Cine en Bogotá (BIFF), en Guayaquil se hacía una marcha convocada por las iglesias contra la ideología de género bajo el lema “Con mis hijos no te metas”. Movilizaciones casi idénticas se han dado en Colombia, Perú, Paraguay, México y ahora en Ecuador. Incluso en Colombia recordamos dolorosamente que hace un año los fundamentalistas religiosos lograron movilizar esa idea contra el acuerdo de paz.
Juntas da un mensaje claro al activismo: debemos crear una nueva cooperación latinoamericana para enfrentar la movilización conservadora que quiere detener o retroceder en los avances en los derechos lgbti en la región. Cachita y Norma a sus 70 años nos enseñan con el ejemplo que los cambios toman tiempo y se construyen con mucho amor y solidaridad.
* Investigador de Dejusticia y activista LGBTI.
malbarracin@dejusticia.org
@malbarracin
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