Compasión, comunidad y diversidad
¿Qué es amar? Es reconocer, con tu amor, la presencia del otro” Thich Nhat Hanh
Por: Carlos Bueno*
Día a día comparto mi camino con hombres y mujeres que piensan y sienten diferente. En el recorrido percibo caras de alegría, curiosidad, ansiedad y tristeza, entre tantas emociones posibles. Algunos transitan un tanto de prisa y otros disfrutan de cada paso que dan expresando libertad y espontaneidad mientras avanzan y llegan a su destino.
Con frecuencia, experimentamos procesos personales y emocionales que requieren ser gestionados. La confianza en el otro y sentir la empatía abrazándonos, permite que podamos andar más ligeros de equipaje y hacer más livianas las cargas y obstáculos. Somos seres sociales que aprendemos de los otros para hacer este camino terrenal mucho más placentero y agradable de transitar. Valores como la compasión, la solidaridad, el perdón, la asertividad y el respeto desde la diferencia, son indispensables para la sana convivencia y una mejor comunicación cuando se trata de integrar mente y corazón.
Pues bien, compartes tu cotidianidad con “el prójimo”, el que camina a tu lado en la marcha por el orgullo LGBTIQ+, el compañero de trabajo o universidad, el que viaja contigo todos los días en el transporte público pero no sabes nombre ni apellido, el que sueña tus sueños o la persona con la que no compartes su manera de pensar. El otro como un ser que ama y es amado, como parte de una comunidad diversa con objetivos comunes, pero también con contradicciones y obstáculos por superar.
Como anécdota, hace varios años, una mujer perteneciente a una iglesia de ideología cristiana, con inquietudes sobre mi estilo de vida -incluyendo mi orientación sexual- me preguntó: ¿Su Dios tiene nombre? A lo que yo respondí: A Dios como al amor, más que atribuirle etiquetas o definiciones, hay que sentirlo en el corazón y en la presencia del otro. Y esa es justamente la filosofía de muchos hombres y mujeres hoy día, los cuales son parte de una tendencia global que no necesita afiliación ni protocolos; es más una vibración armoniosa que se multiplica aprendiendo a ver en el otro un reflejo de mi propia existencia.
En este orden de ideas, cuando continúo con mi camino, reparo en hombres y mujeres de todas las edades, seres que poseen una capacidad infinita de dar y recibir amor proyectándolo con una sonrisa, una mirada compasiva o en la escucha activa del que se siente triste y solo, personas que abren sus mentes y corazones y acogen amorosamente la diversidad.
Desde la práctica del mindfulness o la atención plena una eficaz herramienta para fortalecer el amor propio y proyectarlo hacia los demás la encontramos en la compasión, la cual se revela desde 3 vertientes: Hacía mí mismo (autocompasión), hacia los demás y la compasión del otro hacia mí. Esta práctica se remonta a los orígenes del budismo 2500 años atrás y nos invita a hacernos conscientes del sufrimiento emocional de los demás con el propósito de disminuirlo y comprenderlo.
En este sentido, la compasión me invita a dar amor sin juicios, a aceptar las experiencias para aprender de ellas y a vivir del momento presente como medio para equilibrar emociones, pensamientos y sentimientos. De esta manera, el recorrido terrenal está marcado por experiencias personales, algunas centradas en el sufrimiento y el dolor, pero otras enriquecedoras cuando nos sentimos acogidos por el entorno en donde interactúanos.
Con respecto a la comunidad LGBTIQ+ aún falta camino por recorrer pues desde la misma colectividad se estigmatiza y se genera homofobia y rechazo a otros miembros de ésta. No todos pensamos igual, pero como comunidad se puede apostar a una mayor apertura y ver en el otro a un ser humano igual de valioso desde su diferencia y diversidad.
Continúo viendo a la gente pasar. Mientras algunos pasean sus perros por el parque, otros se comen una porción de pizza o disfrutan de un helado, los más audaces lucen sus cabellos multicolores y quizás algunos entran también en una observación de sus semejantes y el entorno, permitiéndome ser parte momentánea de su propia historia.
Una comunidad diversa se fundamenta en el encuentro armonioso, amable y respetuoso con todas las personas que habitan a mi alrededor y más allá de éste; en mi responsabilidad con el cuidado del planeta y cada ser viviente que habita en él; en la capacidad plena de amar al prójimo valorando lo que tenemos en común, pero también aprendiendo de aquello que genera contraste y controversia; en el reconocimiento de nuestra humanidad compartida conectándonos con los sueños y necesidades que nos unen; y por último, en la experiencia del momento presente con una mirada compasiva y respetuosa hacia la diferencia.
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Carlos Bueno
Comunicador social, especialista en gerencia social, reikista, practicante de mindfulness.
IG: @maobg_70
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