No lograron taparme la boca con tierra ni reducir mi capacidad de amar y crear
Por Manuel Antonio Velandia Mora
Alicante, España. 17 de enero de 2018
Algunas personas nos preguntamos si la vida tiene sentido. Mi respuesta siempre será que sí, que no hay nada que sea tan grave como para para decidir quitársela. Sin embargo, no siempre nuestra vida depende plenamente de nosotros, en mi caso, por ejemplo, grupos paramilitares me lanzaron una granada, pero gracias a la vida el atentado no tuvo éxito.
No puedo negar que emocionalmente uno se ve afectado. Ricardo Molano, quien en ese momento era mi pareja, al igual que yo, sufrimos daños emocionales; y, por supuesto la familia se resiente al yo poner tierra de por medio buscando el exilio, pero incluso las relaciones se hacen más fuertes. El amor no continúa en la misma forma que cuando estamos allí, y esto no sucede sólo con la pareja, sino también con los que dicen ser tus amigos.
A mí, el atentado y el exilio me han ayudado para darme cuenta sobre quién es la gente que realmente me ama, para solidificar los vínculos afectivos con los miembros de mi familia y a ellos también les ha servido como una excusa para viajar Europa y venir a visitarme.
Con el exilio la vida no se me ha acabado, es más, creo que ahora tengo una mejor calidad de vida que antes; es cierto que mi salario es mucho menor, pero hacía tiempo quería dedicarme al arte e incrementar mi nivel de formación.
He tenido éxito cómo fotógrafo y grabador, incluso también como escultor; he podido terminar dos doctorados, un máster adicional, ah bueno y otro también en fotografía, expuesto en galerías importantes y en diferentes países; soñaba con hacer performance y ya no es un sueño si no realidad. He escrito dos libros de poesía, uno de ellos bilingüe y tengo casi listo el tercero; nunca me ha faltado el amor, en estos 11 años en España he tenido tres parejas, solo he estado sin pareja algo más de un año, en total y el aprendizaje que traía de Colombia me ha permitido seguir siendo buen amigo de ellos. Esta es la razón por la que mi ex mi-amor Ricardo me ha visitado. Estuve dirigiendo por 3 años una asociación LGTB y hago parte de otra organización sexólogos sin fronteras.
Así que los paramilitares no lograron callarme porque he encontrado otras formas de comunicarme. El arte se ha vuelto un camino para construir la memoria histórica y para mostrar el dolor de otras formas; he hecho del artivismo una estrategia político-artística. Participo de organizaciones de víctimas del conflicto armado en Colombia y les apoyo en procesos psicosociales.
No me he retirado de la causa LGBT en Colombia, no se puede dejar de ser militante. Me parece de gran importancia el proceso de paz y contribuyo de diferentes maneras a su debate y difusión.
Por supuesto, siempre tendremos detractores, y habrá personas que no están en acuerdo con lo que nosotros hacemos e incluso con lo que dejamos de hacer, pero ese no es un freno para mi existencia y mi actividad, sino un aliciente que me posibilita reflexionar y redireccionar mis actividades y mis discursos. He aprendido a manejar mis emociones. Aun cuando nunca he odiado a nadie, creo firmemente en el pendón.
El mensaje más importante que he aprendido probablemente se resume en comprender que cuando los otros hablan o proponen sus ideas no lo dicen en contra mía, si no a favor suyo.
Esto es diferente cuando los crímenes de odio se vuelven el lenguaje del discurso, en este caso creo que hay que asumir una actitud proactiva, yo la llamo de la no violencia, y no dejo de callar.
11 años de exilio
Si te arrepientes alguna vez,
y de eso no estoy muy seguro,
recuerda que no tienes derecho
para decidir sobre la vida de los demás,
que las amenazas de muerte
y otras formas de violencia
no son la mejor manera
para lograr el país qué deseas construir;
que todos tenemos derechos
y de hecho, la vida es el más importante de todos;
que si estoy en el exilio
no es porque tú lo decidiste,
sino porque yo opté por otros caminos
para continuar mis luchas;
que en estos 11 años como refugiado
no lograste callarme,
cortarme las alas,
ni reducir mi vida hasta volverme inactivo;
que he sido feliz y sigo siendo productivo,
he alcanzado mis metas,
encontrado nuevos y grandes amigos,
gozado sin reparo el amor
de los hombres que me han querido,
y decidido ser un artivista subversivo;
que sigo luchando por la paz,
y no pierdo la esperanza por los nuevos caminos,
que tengo más claro que nunca
que los maricas y otras minorías tenemos derechos
y me enorgullece saber que en Colombia
otros siguen en mi camino.
Manuel Antonio Velandia Mora
PhD en Educación, PhD en Enfermería y cultura de los cuidados. Maestro Investigador.
Activista co-fundador en los años 70s del Movimiento de Liberarción Homosexual.
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