lunes, 6 de agosto de 2012

Chavela Vargas prodigiosa cantante abiertamente lesbiana murió a los 93 años


Chavela Vargas dio el último adiós, pero sus canciones continúan vivas
La intérprete nacionalizada mexicana falleció a los 93 años, tras una larga agonía. Fue la primera en darle color femenino a la ranchera. Su voz fue clave en películas de Pedro Almodóvar.


Chavela dijo adiós el 5 de agosto de 2012. La intérprete costarricense nacionalizada mexicana perdió la vida, a los 93 años, en un hospital de la ciudad de Cuernavaca donde fue internada días atrás, a causa de distintas complicaciones cardíacas y pulmonares. La hondura de su voz inigualable y su refinada interpretación de la canción popular mexicana destacaron la oscura y compleja vida de Chavela Vargas, que hizo que la ranchera, un género musical predominantemente masculino, cobrara nuevos matices al ser cantada por una mujer.

Nacida en Costa Rica el 17 de abril de 1919 como Isabel Vargas Lizano, huyó de la pequeña localidad de San Joaquín de Flores siendo apenas una adolescente para vivir durante ocho décadas en México hasta su muerte.

En tierra azteca se hizo grande y cayó al abismo a la vez. Deambuló por sus calles y recorrió cantando y bebiendo las madrugadas del Distrito Federal, gastando las suelas en busca de alimento y de ser escuchada mientras se iba haciendo mujer. La leyenda cuenta que llevaba pistola a la cintura y se vestía de hombre.

La enorme Chavela entró a la carrera profesional cuando ya tenía treinta años. Lo hizo de la mano del compositor mexicano José Alfredo Jiménez, muerto en 1973 víctima del alcoholismo, una adicción que compartieron y que fue la marca trágica en la vida de ambos artistas.

"Fue la lucha más difícil que he librado", dijo Vargas sobre su afición a la bebida, un hábito que dejó a los 79 años, luego de haberse tomado "todo el alcohol del mundo", como ella misma declaró. Con José Alfredo fue compañera de borracheras y de canciones que regalaban a los enamorados en sentidas serenatas espontáneas.

Chavela, que se retiró en los 70 tras la muerte de su amigo para regresar triunfalmente en 1991 y vivir una segunda vuelta en su fructífera carrera profesional, grabó su primer disco en 1961 y desde entonces son más de 80 los trabajos que ha dejado como herencia.

La larga vida de la que disfrutó tuvo en su último tramo una serie de reconocimientos tanto en México como en el extranjero, sobre todo en España, donde sus mejores amigos, el cineasta Pedro Almodóvar y el cantautor Joaquín Sabina (autor con Alvaro Urquijo del tema en su homenaje "Por el bulevar de los sueños rotos") la apoyaron con pasión.

Fue distinguida en España por la Universidad de Alcalá de Henares como Excelentísima e Ilustrísima Señora. En 2000, el presidente José María Aznar le impuso la Gran Cruz de Isabel la Católica y su nombre fue propuesto en 2012 para el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

Con su espíritu rebelde, en 2007 rechazó un Grammy honorífico, máximo premio otorgado por la industria musical, un gesto que fue ovacionado por sus fans.

Su conmovedora interpretación de canciones paradigmáticas como "La llorona" y "Macorina" le dieron gran trascendencia internacional e hicieron que su imagen imponente, con su tradicional poncho, cobrara un sentido icónico que la puso al lado de otros símbolos importantes de la cultura mexicana, como Diego Rivera y Frida Kahlo.

Chavela Vargas, la esencia de la canción y el sentimiento de un país que la adoptó como propia, fue de hecho amiga de Frida Kahlo ("una de las mujeres más hermosas que vi en mi vida", manifestó en una ocasión, además de confesar que estuvo enamorada de ella). También tuvo amistad con figuras como Pablo Neruda.

En el libro "Y si quieres saber de mi pasado", la cantante se refirió a su homosexualidad, de lo enamorada que estuvo de Frida Kahlo y de lo mucho que sufrió para dejar la bebida.

Símbolo de la música latinoamericana, su estampa singular también formó parte del cine, como cuando apareció cantando en la película de Almodóvar "La flor de mis secretos".

El director manchego también incluyó una de sus canciones en "Tacones lejanos" y en 1991 hizo lo propio el realizador alemán Werner Herzog en la película "Grito de piedra".

Chavela también apareció brevemente en "Frida", el filme que protagonizó la actriz mexicana Salma Hayek sobre la pintora mexicana, donde también tuvo una participación la joven cantante Lila Downs, a quien Vargas consideraba su heredera.

Fue invitada en 2003 a cantar en el Carnegie Hall de Nueva York y fue aplaudida en muchas otras partes del mundo. En México cantó en los escenarios más importantes del país, el Palacio de Bellas Artes y la Plaza del Zócalo."Yo no me voy a morir porque soy una chamana y nosotros no nos morimos, nosotros trascendemos", dijo en su cuenta de twitter Chavela Vargas. Sin dudas, esta voz honda que brilló en el mundo seguirá vibrando para siempre.




En memoria de Chavela Vargas
Adiós, volcán

Por Pedro Almodóvar* 
Durante veinte años la busqué en sus escenarios habituales y desde que la encontré en el diminuto backstage de la madrileña Sala Caracol llevo otros veinte años despidiéndome de ella, hasta esta larguísima despedida, bajo el sol abrasivo del agosto madrileño.

Chavela Vargas hizo del abandono y la desolación una catedral en la que cabíamos todos y de la que se salía reconciliado con los propios errores, y dispuesto a seguir cometiéndolos, a intentarlo de nuevo.



El gran escritor Carlos Monsiváis dijo "Chavela Vargas ha sabido expresar la desolación de las rancheras con la radical desnudez del blues". Según el mismo escritor, al prescindir del mariachi Chavela eliminó el carácter festivo de las rancheras, mostrando en toda su desnudez el dolor y la derrota de sus letras. En el caso de 'Piensa en mí', (eso lo digo yo) una especie de danzón de Agustín Lara, Chavela cambió hasta tal punto el compás original que de una canción pizpireta y bailable se convirtió en un fado o una nana dolorida.

Monsiváis: 'Chavela Vargas ha sabido expresar la desolación de las rancheras con la radical desnudez del blues'

Ningún ser vivo cantó con el debido desgarro al genial José Alfredo Jiménez como lo hizo Chavela. "Y si quieren saber de mi pasado, es preciso decir otra mentira. Les diré que llegué de un mundo raro, que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca (YO NUNCA, cantaba ella) he llorado". Chavela creó con el énfasis de los finales de sus canciones un nuevo género que debería llevar su nombre. Las canciones de José Alfredo nacen en los márgenes de la sociedad y hablan de derrotas y abandonos, Chavela añadía una amargura irónica que se sobreponía a la hipocresía del mundo que le había tocado vivir y al que le cantó siempre desafiante. Se regodeaba en los finales, convertía el lamento en himno, te escupía el final a la cara. Como espectador era una experiencia que me desbordaba, uno no está acostrumbrado a que te pongan un espejo tan cerca de los ojos, el desgarro con tirón final, literalmente me desgarraba. No exagero. Supongo que habrá alguien por ahí que le pasara lo mismo que a mí.

En su segunda vida, cuando ya tenía más de setenta años, el tiempo y Chavela caminaron de la mano, en España encontró una complicidad que Méjico le negó. Y en el seno de esta complicidad Chavela alcanzó una plenitud serena, sus canciones ganaron en dulzura, y desarrolló todo el amor que también anidaba en su repertorio. "Oye, quiero la estrella de eterno fulgor, quiero la copa más fina de cristal para brindar la noche de mi amor. Quiero la alegría de un barco volviendo, y mil campanas de gloria tañendo para brindar la noche de mi amor." A lo largo de los años noventa y parte de este siglo, Chavela vivió esta noche de amor, eterna y feliz con nuestro país, y como cada espectador, siento que esa noche de amor la vivió exclusivamente conmigo. Chavela te cantaba solo a tí, al oído, y cuando el torrente de su voz fue menos potente, (no hablo de declive, ella no lo conoció, hizo y cantó lo que quiso y como quiso) Chavela se volvió más íntima. Las mejores versiones de 'La llorona' las interpretó en sus últimos conciertos. Abordaba la canción con un murmullo, y en ese tono continuaba, recitando palabra por palabra, hasta llegar al épico final. Cantar lo que se dice cantar solo cantaba la última estrofa, de un modo ascendente hasta gritar su última y breve palabra. "Si como te quiero quieres llorona, quieres que te quiera más. Si ya te he dado la vida, llorona, qué más quieres. ¡Quieres MÁS!" Estremecía escuchar la palabra "más" gritada por Chavela.

La presenté en decenas de ciudades, recuerdo cada una de ellas, los minutos previos al concierto en los camerinos, ella había dejado el alcohol y yo el tabaco y en esos instantes éramos como dos síndromes de abstinencia juntos, ella me comentaba lo bien que le vendría una copita de tequila, para calentar la voz, y yo le decía que me comería un paquete de cigarrillos para combatir la ansiedad, y acabábamos riéndonos, cogidos de la mano, besándonos. Nos hemos besado mucho, conozco muy bien su piel.

'Chavela creó con el énfasis de los finales de sus canciones un nuevo género que debería llevar su nombre'

Los años de apoteosis española hicieron posible que Chavela debutara en el Olympia de París, una gesta que solo había conseguido la gran Lola Beltrán antes que ella. En el patio de butacas tenía a mi lado a Jeanne Moreau, a veces le traducía alguna estrofa de la canción hasta que Moreau me murmuró "no hace falta, Pedro, la entiendo perfectamente" y no porque supiera español.

Y con su deslumbrante actuación en el Olympia parisino consiguió, por fin, abrir las puertas que más férreamente se le habían cerrado, las del Teatro Bellas Artes de Méjico DF, otro de sus sueños. Antes de la presentación en París un periodista mejicano me agradeció mi generosidad con Chavela. Yo le respondí que lo mío no era generosidad, sino egoísmo, recibía mucho más que daba. También le dije que aunque no creía en la generosidad sí creía en la mezquindad, y me refería justamente al país de cuya cultura Chavela era la embajadora más ardiente. Es cierto que desde que empezara a cantar en los años cincuenta en pequeños antros (¡lo que hubiera dado por conocer El Alacrán, donde debutó con la bailarina exótica Tongolele!) Chavela Vargas fue una diosa, pero una diosa marginal. Me contó que nunca se le permitió cantar en televisión o en un teatro. Después del Olympia su situación cambió radicalmente. Aquella noche, la del Bellas Artes del D.F., también tuve el privilegio de presentarla, Chavela había alcanzado otro de sus sueños y fuimos a celebrarlo y a compartirlo con la persona que más lo merecía, José Alfredo Jiménez, en el bar Tenampa de la Plaza de Garibaldi. Sentados debajo de uno de los murales dedicados al inconmensurable José Alfredo bebimos y cantamos hasta el amanecer (ella no, solo bebió agua aunque al día siguiente los diarios locales titulaban en su portada 'Chavela vuelve al trago'). Cantamos hasta el delirio todos los que tuvimos la suerte de acompañarla esa noche, pero sobre todo cantó Chavela, con uno de los mariachis que alquilamos para la ocasión. Era la primera vez que la escuchábamos acompañada por la formación original y típica de las rancheras. Y fue un milagro, de los tantos que he vivido a su lado.

En su última visita a Madrid, en una comida íntima con Elena Benarroch, Mariana Gyalui y Fernando Iglesias, tres días antes de su presentación en la Residencia de Estudiantes, Elena le preguntó si nunca olvidaba las letras de sus canciones. Chavela le respondió: "a veces, pero siempre acabo donde debo". Me tatuaría esa frase en su honor. ¡Cuántas veces la he visto terminar donde debe! Aquella noche en el indescriptible bar Tenampa, Chavela terminó la noche donde debía, bajo la efigie de su querido compañero de farras José Alfredo, y acompañada de un mariachi. Las canciones que ella desagarró en el pasado, acompañada por dos guitarras, volvieron a sonar lúdicas y festivas, donde y como debía ser. 'El último trago' fue aquella noche un delicioso himno a la alegría de haberse bebido todo, de haber amado sin freno y de seguir viva para cantarlo. El abandono se convertía en fiesta.

'Con su deslumbrante actuación en el Olympia parisino consiguió, por fin, abrir las puertas que más férreamente se le habían cerrado, las del Teatro Bellas Artes de Méjico DF'

Hace cuatro años fui a conocer el lugar de Tepoztlán donde vivía, frente a un cerro de nombre impronunciable, el cerro de Chalchitépetl. En esos valles y cerros se rodó 'Los siete magníficos', que a su vez era la versión americana de 'Los siete samuráis' de Kurosawa. Chavela me cuenta que la leyenda dice que el cerro abrirá sus puertas cuando llegue el próximo Apocalipsis y solo se salvarán los que acierten a entrar en su seno. Me señaló el lugar concreto de la ladera del cerro donde parecían estar dibujadas dichas puertas.

Circulan muchas leyendas, orgánicas, espirituales, vegetales, siderales, en esta zona de Morelos. Además de los cerros, con más roca que tierra, Chavela también convive con un volcán de nombre rotundo, Popocatépetl. Un volcán vivo, con un pasado de amante humano, rendido ante el cuerpo sin vida de su amada. Tomo nota de los nombres en el mismo momento en que salen de los labios de Chavela y le confieso mis dificultades para la pronunciación de las "ptl" finales. Me comenta que durante una época las mujeres tenían prohibido pronunciar estas letras. ¿Por qué? Por el mero hecho de ser mujeres, me responde. Una de las formas más irracionales (todas lo son) de machismo, en un país que no se avergüenza de ello.

En aquella visita también me dijo "estoy tranquila", y me lo volvió a repetir en Madrid, en sus labios la palabra tranquila cobra todo su significado, está serena, sin miedo, sin angustias, sin expectativas (o con todas, pero eso no se puede explicar), tranquila. También me dijo "una noche me detendré", y la palabra "detendré" cayó con peso y a la vez ligera, definitiva y a la vez casual. "Poco a poco", continuó, "sola, y lo disfrutaré". Eso dijo.

Adiós Chavela, adiós volcán.

Tu esposo, en este mundo, como te gustaba llamarme,

Pedro Almodóvar

*Texto facilitado por la productora 'El Deseo' en la muerte de la cantante.



Multitudinaria despedida a Chavela Vargas

Fuentes: EFE 

Cientos de personas acudieron hoy a la emblemática Plaza Garibaldi del centro histórico de Ciudad de México para despedir a Chavela Vargas, pese a la intensa lluvia que se desató en el momento en que se iniciaba el primero de los homenajes programados tras la muerte de la cantante.

En torno de las 19.00 hora local llegó el féretro con los restos mortales de la artista hasta este lugar, conocido como centro de diversión nocturna y por la presencia de grupos de mariachis ofreciendo sus servicios.

Hubo breves momentos de tensión cuando la gente comenzó a exigir con gritos de "Fuera prensa" el retiro de los fotógrafos que se agolparon para captar imágenes del ataúd. No faltaron los aplausos y vivas a la cantante, quien falleció ayer domingo a los 93 años de edad debido a una insuficiencia respiratoria.

Paraguas e impermeables se hicieron imprescindibles para los asistentes durante el homenaje, programado inicialmente para las 17.00 hora local (22.00 GMT), cuando comenzaron a congregarse sus admiradores, que formaron una larga fila a la espera de poder pasar a la capilla ardiente y dar el último adiós a la cantante.
Uno por uno fueron pasando a despedirse de Chavela con la música de fondo de mariachis y canciones tan conocidas como "La Llorona", "Volver, volver" y "Cruz de Olvido".

Una pantalla gigante permitió a los presentes seguir una ceremonia a la que no faltaron viejos amigos de Chavela como Eugenia León, Tania Libertad y Lila Downs, así como numerosas autoridades como la secretaria de Cultura de Ciudad de México, Nina Serratos, y el jefe de Gobierno de la capital, Marcelo Ebrard.

Está previsto que el féretro sea trasladado más tarde al Palacio de Bellas Artes,donde el miércoles habrá un nuevo homenaje para que los mexicanos puedan seguir despidiendo a Chavela.



De la página oficial de Chavela Vargas una imagen de la Chamana en su entierro. Que maravilla de tributo: Guardia de lesbianas ante el féretro de Chavela Vargas en Bellas Artes. (enviado por Manuel Velandia)

1 comentarios :

Tuve la oportunidad de verla cantar en Lima, me parecio, una mujer con mucho temple y amor por lo que hacia. Dolor profundo por su partida, pero si estaba enferma el Señor le dio el descanso que merecia.

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