HOMOFOBIA EN RESTAURANTE DEL NORTE DE BOGOTA - No + Discriminación

Estimados ciudadanos de Bogotá (y del resto del mundo, para esa gracia)

El hecho fue el siguiente: me encontraba sentado, tranquilo, entretenido en un restaurante en compañía de mi novio (mi pareja, el ser que dice ser el receptor de mis afectos eróticos y emocionales) compartiendo un momento de calidad uno a uno. Tomabamos unas cervezas, nos cogíamos de la mano, y de vez en cuando, entre palabra y palabra, nos acariciábamos las caras, como cualquier otra pareja sobre la faz de la tierra haría. Todo muy tranquilo, muy hermoso, muy de la casa, cuando de la nada se acerca el administrador del local y nos dice: “la casa les obsequia las cervezas, pero por favor retírense, si son tan amables”.

            Se preguntarán, como cualquier ser humano decente lo haría, por qué teníamos que retirarnos, por favor si somos tan amables. Lo que sucedía era que había familias y niños, y debíamos respetar. ¿Respetar?, sí, respetar. Ah, claro, se me olvidaba que además “nos reservamos el derecho de admisión”. En ese restaurante se reservaban el derecho de admitir (o será mejor usar “discriminar”) a personas abiertamente homosexuales. Después de amenazar con una demanda por discriminación y de tumbar los vasos de cerveza al piso (a veces me arrepiento de haber sido maduro y no haber roto mi vaso) nos retiramos.

            ¿Y a qué viene todo esto? Bueno, no puedo conferirles el sentimiento de humillación y ‘pordebajeo’ que trae el ser discriminados. No puedo siquiera explicarles lo que se siente ser tratado como un ciudadano de segunda clase (si saben lo que eso significa, y si no, averigüen). Por lo tanto, no me interesa hacerlos sentir mal por mí. Sin embargo, sí me interesa regalarles un poco de consciencia sobre el mundo. Porque yo no me considero un ciudadano de segunda clase y por lo tanto no voy a tolerar que me traten de esa manera, y usted, ser lector, tampoco debería permitirlo.

            ¿No le incumbe? Ah, claro… ¡no sea ignorante! A riesgo de caer en el cliché activista: los derechos son de todos, no de unos cuantos. Y yo, como buen ciudadano que soy, reclamo el uso de absolutamente todos ellos, como lo hicieran las mujeres y los afro-descendientes en su momento. Usted tendrá el descaro (o quizá la valentía) de decirme que el mundo es como es y que yo debería resignarme, y hasta respetar. Le pido humildemente que no me falte el respeto usted a mí diciéndome este tipo de cosas. Sí, claro que el mundo es así, pero tenga en cuenta que si todos los seres humanos de la historia hubieran sido tan resignados como usted, probablemente aún estaríamos mandando postales por correo y viajando en burro. No, señor ciudadano, yo no me resigno a vivir en un mundo donde no puedo ser quien soy porque hacerlo sería una falta de respeto.

            Resulta que, así a muchos no les guste (y valga decir que ellos tampoco me gustan a mí, y no por ello los veto y les impongo prohibiciones) yo soy un hombre homosexual, como muchos otros. Pertenezco a una gran (muy grande) minoría que merece ser escuchada y no, no nos vamos a callar porque sí, porque el mundo es así. Ni yo ni ninguno de nosotros tenemos porqué tolerar su intolerancia frente a lo que somos. Y esto es no sólo con lo que tenga que ver con la comunidad LGBTI+ sino también con todo aquello que esté relacionado al tema de los derechos de las minorías (y el resto de la humanidad). Porque además entendamos algo: si yo tengo que respetar que el mundo es así, ¿por qué entonces el mundo no respeta que yo sea como soy? Porque las cosas deberían ser de parte y parte.

            Entonces volvamos al punto: el mundo es así. A mí no me gusta que el mundo sea así, y a muchos otros (tanto diversos sexualmente como normativamente heterosexuales) tampoco les gusta. Como el mundo que es así no nos respeta sino que nos discrimina y eso a nosotros nos parece injusto, lo que queremos hacer es cambiarlo, para que el mundo que es así ya no sea así. Con ello no pretendo decirle que el mundo va a ser como a mí se me dé la regalada gana, porque las cosas no funcionan así… pero sí le digo que pretendo hacer de este mundo un lugar un poco más abierto y tolerante con la diversidad que alberga por naturaleza. Lo que significa, por supuesto, que el mundo tampoco va a ser así, como usted quiere que se quede, si es eso lo que quiere. La idea es que sea un mundo que nos agrade a los dos: tanto a usted como a mí. Que nos acepte a los dos: tanto a usted como a mí. Que nos celebre a los dos: tanto a usted como a mí. Y si para lograrlo tengo que luchar contra cielo y tierra, cambiar paradigmas, romper tabús, escandalizarlo a usted y estrellarme mil veces, estoy dispuesto a hacerlo. Porque yo, a diferencia de usted, no soy un ser que se resigne a que el mundo es así.

            Valga notar que a las directivas del restaurante (que, por si le interesa es la Bonga del Sinú) tampoco les pareció justo que el mundo sea como es, y terminaron disculpándose con nosotros y ofreciéndonos una cena de cortesía en cualquiera de sus sucursales, después de habernos quejado con ellos por el mal trato que nos brindaron. También nos dijeron que iban a hacer una suerte de entrenamiento para sus empleados, de modo que este tipo de cosas no se repitieran más, además de hacerle un llamado de atención al administrador de la sucursal de la cual fuimos echados. Entonces ¿sí ve? El mundo puede no ser así, puede ser diferente.

            Por lo tanto, si usted está de acuerdo conmigo y quiere que sus hijos y su familia, y sus amigos y los demás seres que habitan sobre la tierra puedan disfrutar de un mundo donde realmente se respete, se valore y se celebre la diversidad humana,  lo invito a que publique esta carta, que no es ni una disertación académica, ni un manifiesto social ni cultural. Es un simple llamado de atención para que todos se enteren de que aquí estamos (tanto usted como yo) y no estamos contentos. Haga que llegue a todos los que conozca: publíquela en Facebook, en el periódico de su institución académica, Tweetée al respecto, aprópiese de ella y muéstrele al mundo que usted tampoco tolera la intolerancia.

Atentamente,

Alejandro Giraldo-Gil
Estudiante de Arte y Literatura




REACCIONES 


@OrgulloLGBT desde la @DirDiverSexual sentaremos la voz de protesta Uniremos las voces de quienes creemos en el respeto y la dignidad humana

Juan Carlos Prieto G

@JackPriga
DIRECTOR DE DIVERSIDAD SEXUAL DE BOGOTA D.C.
@DirDiverSexual

Considero importante visibilizar esta situación enojosa que vivió esta pareja, ya que a cualquiera de nosotros nos pudo (podría) haber pasado. Precisamente para evitar futuras DISCRIMINACIONES amparados en el tal NOS RESERVAMOS EL DERECHO DE ADMISIÓN es que debemos hacer una acción fuerte y ejemplarizante para que éste y todos los restaurantes y bares de la ciudad y el país aleccionen a su personal para que ENTIENDAN que con ocasión de la CONSTITUCIÓN, LA LEY y en el caso de Bogotá la política pública LGBT no nos deben discriminar, y que tenemos el derecho de ser quienes somos en la cama, en la casa, en la calle y  en cualquier establecimiento público. Demostrar afectividad NO ES una ofensa contra la sociedad.

Ricardo Montenegro-Vásquez

@r_Montenegro

Editor Web OrgulloLGBT.net

@OrgulloLGBT