¿Y por qué no hay una marcha del orgullo heterosexual?
Cada año, cuando las calles se llenan de color y diversidad en las marchas del Orgullo LGBT+, surge una pregunta repetitiva, casi como un eco de la incomprensión: ¿Y por qué no hay una marcha del orgullo heterosexual?
Aunque a primera vista parezca una pregunta inocente, detrás de ella se esconden malentendidos sobre lo que realmente significa el Orgullo LGBT+ y una falta de conciencia sobre las desigualdades históricas que enfrenta esta población. Aquí te explicamos, con razones claras y datos concretos, por qué no existe —ni se necesita— una marcha del "orgullo heterosexual".
1. Ser heterosexual nunca ha sido causal de discriminación, violencia o criminalización
La heterosexualidad nunca ha sido penalizada ni perseguida. En cambio, ser lesbiana, gay, bisexual o trans sí ha sido, y sigue siendo, motivo de discriminación, exclusión social, encarcelamiento y hasta pena de muerte en distintas partes del mundo.
Según ILGA World, 63 países aún criminalizan las relaciones consensuales entre personas del mismo sexo, y 11 de ellos imponen penas que incluyen la muerte.
En Colombia, la homosexualidad fue considerada delito en vigencia del Código Penal hasta 1.980; pero aún la situación de desigualdad ante la ley en el inconsciente colectivo persiste, el informe de Caribe Afirmativo de 2023 reportó que cada tres días una persona LGBT+ sufre un hecho violento por su orientación o identidad de género.
No hay registros de crímenes de odio por ser heterosexual. Nunca ha sido un riesgo, tampoco la práctica del sexo heterosexual ha sido considerado delito o un hecho atentatorio de la moral y las buenas costumbres de la sociedad en especial de los niños.
2. La heterosexualidad ha sido y sigue siendo la norma impuesta por la sociedad
Desde la infancia, las personas reciben mensajes constantes que refuerzan la heterosexualidad como modelo dominante: desde cuentos infantiles hasta productos publicitarios. Esto se conoce como heteronormatividad, la suposición de que todas las personas son —y deben ser— heterosexuales. En los medios, más del 90% de las representaciones afectivas son heterosexuales, según el GLAAD Media Index.
En el espacio público, las expresiones de afecto heterosexuales se consideran normales. En cambio, besos entre parejas del mismo sexo suelen generar reacciones adversas, reproches o incluso violencia. En Colombia, la Sentencia T-909 de 2011 de la Corte Constitucional estableció que recriminar a una pareja del mismo sexo por besarse en un centro comercial constituye discriminación por orientación sexual. En este caso, un vigilante reprendió a una pareja gay por mostrar afecto, mientras las parejas heterosexuales no eran objeto de reproche.
“No es posible restringir expresiones afectivas entre personas del mismo sexo cuando no se hace lo mismo con parejas heterosexuales. Ello constituye una forma de discriminación inaceptable.” — Corte Constitucional, T-909 de 2011.
La Corte reiteró que este tipo de actos vulneran el libre desarrollo de la personalidad (Artículo 16 Constitución Nacional), la igualdad y la dignidad humana, y recordó que los espacios comerciales abiertos al público no pueden convertirse en escenarios de censura contra la diversidad.
La heterosexualidad no necesita protección judicial para besarse en público, porque nunca ha sido cuestionada por hacerlo. Esa es la diferencia entre ser parte de la norma o de la disidencia.
3. El Orgullo LGBT+ no celebra una orientación: conmemora una lucha
El 28 de junio no es una fiesta, es una fecha conmemorativa. Se recuerda la Revuelta de Stonewall (1969), un acto de resistencia contra la represión policial en Nueva York, liderado por personas trans, racializadas y pobres.
El Orgullo es una forma de decir: “Aquí estamos, sobrevivimos, y merecemos los mismos derechos.”
En muchos países de América Latina, las personas LGBT+ siguen enfrentando barreras para acceder a empleo, salud, justicia y educación. En Colombia, solo 4 de cada 10 personas trans tienen empleo formal (DANE, 2023).
Nadie conmemora una lucha que no ha tenido que librar. La población heterosexual nunca ha sido excluida por serlo.
4. No se visibiliza lo que nunca ha sido invisibilizado
La visibilidad LGBT+ no es un lujo, es una herramienta de transformación social. Las personas LGBT+ han sido históricamente invisibles, silenciadas, patologizadas y hasta borradas de los libros de historia.
Hasta 1990, la Organización Mundial de la Salud - OMS clasificaba la homosexualidad como una enfermedad mental. Hasta hace menos de 15 años, en países como Colombia no existía reconocimiento legal de parejas del mismo sexo, ni acceso al matrimonio igualitario (2016), ni derecho a la adopción (2015). En cambio, la heterosexualidad ha sido el punto de partida de todas las instituciones, leyes y narrativas culturales. No ha habido invisibilización.
5. La igualdad no se logra ignorando las desigualdades
Promover marchas del "orgullo heterosexual" parte de la falsa idea de que el reconocimiento de los derechos de una minoría implica una amenaza para la mayoría.
En realidad, el Orgullo LGBT+ busca igualdad real, no privilegios. Decir “todos importamos” es correcto; pero ignorar que algunos siguen siendo marginados es perpetuar esa marginación.
Las marchas del Orgullo son espacios de reivindicación, no de superioridad. Pedir "Orgullo Heterosexual" es como pedir "Día del Hombre" el 8 de marzo: revela más desconocimiento que necesidad.
ENTONCES... No hay marchas del orgullo heterosexual porque nunca ha hecho falta. Porque no hay herida que sanar ni derechos que reclamar. Porque la heterosexualidad nunca ha sido objeto de odio, castigo ni exclusión sistemática. Y porque la lucha del Orgullo LGBT+ sigue siendo necesaria: hasta que amar y ser uno mismo deje de ser un acto valiente.
Por: Redacción OrgulloLGBT.co
Con datos de ILGA, GLAAD, DANE y Caribe Afirmativo
Por Redacción @OrgulloLGBT
www.orgullolgbt.co