Los y las trabajadoras sexuales en una buena parte del mundo somos víctimas de putofobia, que no es otra cosa que la discriminación ejercida contra las personas que practican el trabajo sexual y que se traduce en todo tipo de violencias relacionadas con el estigma, e incluso en leyes, políticas públicas y dispositivos sociales que reconocen los intercambios sexuales por dinero o especie como explotación sexual y no como un trabajo.
Desde las leyes y las políticas públicas, los gobiernos y sus instituciones pretenden que las personas que ejercemos este trabajo somos víctimas de violencia, desconociendo así nuestra autonomía, independencia y libertad. En pocas palabras nos ven como seres incapaces de tomar decisiones y desconocen que incluso para ser puta una desarrolla su personalidad libremente.
Por Juan Florián Silva*
La criminalización del trabajo sexual es el común denominador y ha dividido facciones al interior del feminismo, pues hay sectores que lo criminalizan y otros que lo reconocen como una actividad laboral. En materia de cómo se concibe el trabajo sexual, todo depende de la política, la legislación y el modelo adoptado en cada país, sea este prohibicionista, abolicionista o reglamentarista, todos los modelos han contribuido con sus políticas moralistas contra la sexualidad y la industria del sexo al aumento de todo tipo de violencias contra nosotras, la precarización de nuestras vidas, el aumento de los casos de infección por VIH, en la subsecuente negociación y baja de precio en las tarifas con los clientes o incluso en la obligación del pago de impuestos que con frecuencia son inequitativos en relación con los ingresos recibidos.
En algunos países abolicionistas como Francia y Suecia, además de nuestros clientes, nuestras redes de apoyo son penalizadas alegando que en realidad son redes de explotación sexual, trata y proxenetismo. Las asociaciones y sindicatos alegan que las leyes nos obligan cada vez más a trabajar en lugares aislados e inseguros, lo que nos hace vulnerables a todo tipo de violencia e incluso a la muerte como fue el caso de Vanesa Campos, colega transgénero de origen peruano asesinada por intentar defender a un cliente de una banda de atacantes la noche del 16 de agosto en el Bosque de Bolougne en París.
Por su parte, en España, el trabajo sexual tiene contradicciones legales en materia de jurisprudencia; prácticamente no está regulado ni prohibido. El Código Penal castiga la trata y el proxenetismo, pero existen casos como el del ayuntamiento de Barcelona donde tanto clientes como las colegas son multadas. El escenario empieza a complicarse luego de la anulación de la creación de la Organización de Trabajadoras Sexuales OTRAS. El propio presidente, Pedro Sánchez, el 30 de agosto se pronunció en su cuenta de tweeter así: “El Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social ha iniciado ya el trámite de impugnación de la “Organización de Trabajadoras Sexuales”. La prostitución no es legal en España y este #Gobierno no dará respaldo a ninguna organización donde se recoja esa actividad ilícita”.
El feminismo abolicionista institucional impuso su doctrina y logró la anulación del sindicato, tanto que la propia ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, calificó el hecho de haber aprobado tal sindicato como un “gol por la escuadra” y a esto se suma la renuncia (obligada) de la directora de Trabajo, quien aprobó en un primer momento el visto bueno al sindicato OTRAS. Nuestras compañeras de OTRAS y diferentes asociaciones de defensa por nuestros derechos como APROSEX, se han movilizado en contra de la decisión del gobierno. La situación es similar en Italia y Portugal. En cambio, otros países de Europa como Holanda, Suiza, Austria o Grecia cuentan con algún tipo de regulaciones, sin embargo, esto no quiere decir que muchos de nuestros y nuestras colegas no se encuentren desfavorecidas.
Y el escenario no cambia en Latinoamérica, según Cynthia Navarrete de PLAPERTS, en México, el gobierno haciendo uso de la jurisprudencia en relación con la trata de personas no tardará en implementar el modelo abolicionista. Cabe recordar que nuestra colega Alejandra Gil se encuentra recluida en prisión desde hace dos años con cargos de proxenetismo. Nuestras redes apoyo no son reconocidas como espacios de protección sino como redes de explotación sexual. En Argentina, la colega Georgina Orellano, de la organización AMMAR fue detenida por la policía el 1 de septiembre pasado mientras realizaba una jornada de distribución de preservativos y material de prevención. Las autoridades apelaban a artículos legales derogados...afortunadamente fue liberada luego de una fuerte movilización en redes sociales.
En Colombia, en 2017, la congresista Clara Rojas presentó un proyecto de ley para abolir la prostitución y prácticamente copiar el modelo sueco, afortunadamente el proyecto de ley no contó con los votos suficientes para ser aprobado, sin embargo, aunque el presidente Ivan Duque no se ha pronunciado en relación con el trabajo sexual, existe el riesgo de que el discurso abolicionista tome cada vez más fuerza al interior de un gobierno que ha demostrado una actitud moralista con medidas como las sanciones contra la dosis mínima, entre otras.
Aun así, el movimiento de trabajadores sexuales a nivel internacional sigue desarrollando acciones de movilización e incidencia política para contribuir en la disminución de la criminalizacion y estigma del trabajo sexual, igualmente adelanta acciones de veeduría y control social sobre la implementación de políticas; jurisprudencia y dispositivos sociales que no nos reconocen como parte de la clase trabajadora. Es por eso que nos temen, porque nos ven organizadas, nos temen por ignorancia y desconocimiento. Seguiremos unidos y unidas en esta revolución puta que se está gestando en el mundo porque estamos HARTAS del estigma y la discriminación.
Desde mi experiencia personal, conozco el trabajo sexual hace 15 años y lo ejercí de forma intermitente como escort, o sugar baby desde que realizaba mis estudios en la universidad. Retome la escuela del puteo con y sin peluca después de una pausa hace dos años cuando me vine a vivir a Europa. Recogiendo y añadiendo a las palabras de una Diana Navarro Sanjuan puedo decir que actualmente soy una marica latina, inmigrante y puta.
Recuerdo que el año 2003 intentamos organizarnos como grupo de reivindicación con algunos compañeros gays trabajadores sexuales de la calle 74 y del Parque Nacional pero los prejuicios en relación con el trabajo sexual nos impedían hacer pública nuestra lucha, finalmente no nos organizamos con mayor fuerza pues algunos no nos sentíamos recogidos con algunos sectores de la lucha puta feminista que nos identificaba como una minoría privilegiada (cosa que todavía sucede). Luego llegaron los sitios de encuentros por internet y dejé de ejercer por una reconversión laboral sin perder algunos clientes fijos y fieles.
Aun así, nunca dejé de acompañar la lucha por el reconocimiento y mejoramiento de calidad de vida de las colegas trabajadoras sexuales y estuve fuertemente en contra la explotación sexual infantil; cabe mencionar que junto con compañeros del colectivo MIAU y la Fundación Gualanday organizamos durante tres años consecutivos la marcha contra la explotación sexual de niños y adolescentes varones en Chapinero y así mismo realizamos acciones en el Centro Comunitario LGBT con relación al trabajo sexual masculino. Contar mi caso en tanto que trabajador sexual no es una primicia ni una vergüenza dado que nunca negué haber recurrido al puteo para costear parte de mis estudios en la Javeriana y mi manutención en Bogotá. Sin embargo, había una actividad de la industria del sexo a la cual yo no me había dedicado y que vengo practicando en Europa: la pornografía, y puedo decir que la encuentro como otra actividad laboral interesante y acerca de la cual escribiré pronto.
Juan Florián Silva es activista LGBTQ desde 2003, seropositivo, cofundador del Colectivo audiovisual MIAU, trabajador sexual, fue candidato a edil de la localidad de Chapinero por el Polo de Rosa y dirigió la Subdirección para Asuntos LGBT de la Alcaldía Mayor de Bogotá durante la administración de la Bogotá Humana de Gustavo Petro, Actualmente vive en París-Francia y hace parte de la red Sombrillas Latinas en Europa.
Twitter: @juanflorians
1 comentarios :
¡Wow. Qué historia! Sin duda, el trabajo sexual es muy estigmatizado y muchas veces los políticos son los primeros clientes. Y sí, ayuda con los gastos también cuando no hay de otra.
Publicar un comentario