lunes, 22 de agosto de 2016

EDUCACIÓN SIN MATONEO -Opiniones

DESDE OrgulloLGBT.co HACEMOS UNA RECOPILACIÓN DE ALGUNAS COLUMNAS DE OPINIÓN, VIDEOS Y MENSAJES QUE APOYARON EL PEDIDO POR UNA #EDUCACIÓNSINMATONEO EN COLOMBIA DERIVADA DE LAS MARCHAS DE ODIO DE ORGANIZACIONES POLÍTICAS CRISTIANAS Y CATÓLICAS RADICALES QUE SE OPONEN A LA REVISIÓN DE LOS MANUALES DE CONVIVENCIA ESCOLARES PARA ADECUARLOS A UNA SENTENCIA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL QUE DECIDIÓ LO PERTINENTE EN ATENCIÓN AL SUICIDIO DEL JOVEN SERGIO URREGO.

Desde OrgulloLGBT.co apoyamos una #EducacionSinMatoneo

Ricardo Montenegro-Vásquez
Director @OrgulloLGBT




Del clóset a la calle

Ayer la ministra Gina Parody nos dió un ejemplo de dignidad y honestidad, que lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex, pero también todos los heterosexuales que nos apoyan, debemos seguir. Nuestra tarea es desmontar la mentira y asumir nuestra vida con la frente en alto.

Por: Mauricio Albarracín

Durante el debate de control político contra la ministra de educación, sobre la reforma de los manuales de convivencia, quedaron demostradas varias cosas. Primero, que el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez tenía documentos y cartillas sobre educación sexual idénticos a los de este gobierno, pero a él no le hicieron ni una sola marcha ni ningún escrutinio similar al que actualmente se está realizando. Segundo, que se hizo una campaña de manipulación originada en una cartilla pornográfica publicada por un portal de noticias llamado Costa Noticias que tiene un claro vínculo con el Centro Democrático y la campaña del “No” al plebiscito (ver link). Estos dos hechos demuestran que las comunidades educativas fueron engañadas por políticos inescrupulosos, entre ellos el uribismo, Alejandro Ordóñez y Viviane Morales, que buscan capitalizar las marchas de la semana pasada con propósitos muy claros.

Es el momento de actuar ante dos amenazas que se pusieron en escena la semana pasada y que se confesaron ayer en el capitolio: el populismo autoritario y la homofobia solapada. El populismo autoritario está liderado por la senadora Viviane Morales, quien desde el año pasado ha venido recogiendo firmas para realizar un referendo tiránico contra las familias colombianas, incluyendo las personas solteras y las parejas del mismo sexo. Su socio político en esta causa es el señor Carlos Alonso Lucio, quien escribió en septiembre de 2015 un panfleto delirante llamado “Cristianos, salid de clóset”, que más bien parece decir “Homofóbicos, salid del clóset”. Quieren reformar la Constitución a través del referendo para herir la igualdad, la libertad y las familias. Pero no sólo es eso: quieren usar estas marchas para interferir en las elecciones de los cinco magistrados de la Corte Constitucional, como lo confesó el senador Andrade, y usar el poder judicial para anular las libertades.

Las marchas de la semana pasada son el resultado de una fermentación del odio, del resentimiento y la manipulación. No creo que toda la gente que marchó fuera homofóbica, pero los líderes de esas protestas querían tener las fotos de las plazas llenas quemando brujas para asustarnos. Pero esas marchas también desataron una nueva forma de la homofobia que estaba oculta y no osaba decir su nombre.

“No soy homofóbico, pero...” “Respeto a los homosexuales, pero...” “Tengo amigos homosexuales, pero...” Y después del “pero”, venían frases como la de senadora Nidia Marcela Osorio del partido conservador, quien dijo que la “homosexualidad no es normal”, o las del senador Álvaro Uribe quien dice que debe “respetarse la intimidad”, con lo cual nos confina a la oscuridad del clóset. Frases como estas llenaron las redes sociales como ustedes mismos lo pudieron ver. Se trata de una mutación de la homofobia que toma la forma de buenas maneras pero que en el fondo es la misma violencia de siempre. Una señora me dijo la semana pasada: “respeto a los homosexuales, pero si pudiera hacer cualquier cosa evitar que mi hijo lo fuera lo haría”. No les gusta nuestra vida, quisieran que no existiéramos y que si existimos sea lejos en la oscuridad del olvido y la doble vida.

Esas marchas no nos asustaron. Es cierto que fue triste ver tanta gente en la calle marchando contra nosotros. Pero algo hermoso surgió después del odio: nuestros corazones recibieron el abrazo generoso de nuestras familias y amigos. Querían humillarnos como en la edad media, pensaban que instalarían de nuevo la vergüenza y contaban con que nadie nos apoyaría. Se equivocaron, el cálculo les salió mal, no estamos solos ni solas. De hecho, el ataque homofóbico de la semana pasada nos dejó una reflexión clara: debemos defender nuestros derechos en las calles con todas las personas que nos aman. Vamos a hacer pedagogía por la igualdad en cada rincón del país para hacer de Colombia un país diverso y en paz. Como dijo un santandereano ilustre ante la adversidad: “Ni un paso atrás, siempre adelante, y lo que fuere menester...sea!”

*Abogado y activista LGBTI
















Dos Colombias

El matoneo contra la ministra Gina Parody retrata una vez más y de cuerpo entero la cara oscura del país, la que pretende mantenernos en el Medioevo, en la guerra infinita, en la discriminación étnica y sexual, en el “usted no sabe quién soy yo”, el arribismo y el desprecio.

Por: Santiago Gamboa

Es la Colombia del “le parto la cara, marica”, de Uribe, y la del “presidente, amárrese los pantalones”, de Ordóñez, es decir, los pataleos agónicos de un formato de país completamente obsoleto, derogado y arcaico, que aún se aferra al cuerpo como una purulenta enfermedad, pero que el cuerpo acabará por expulsar.

A Colombia le pasa como a la España de principios del siglo XX, que no era una sino dos: la España nacional vivía en aire de sotanas, camándulas y cilicios, añorando la pureza racial, los antiguos linajes unidos a la propiedad de la tierra, en el temor por la conspiración judeo comunista que justificó tiros en la nuca y fusilamientos al amanecer, y cuyo deseo era mantener estático un viejo orden. Del otro lado estaba la España republicana, más moderna, progresista y respetuosa de las diferencias, laica y solidaria, pero que en la guerra civil, donde a todos se les quemaron los fusibles, acabó también por disparar en la nuca y quemar iglesias con cura y sacristanes adentro. Eran las dos Españas. Por eso la propaganda franquista, después del triunfo, proclamó: “¡España es una!”. A lo que el poeta José Bergamín repuso: “Si España es una, ¿dónde está la otra?”. Ya lo había sentenciado desde mucho antes Antonio Machado con su verso: “Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”.

En España, el franquismo ganó la guerra civil y el país se convirtió en una sacristía durante cuarenta años, pero después, con la muerte de Franco, los vientos del progreso se impusieron y venció la otra, la España moderna que conocemos. Esto es muy comparable a lo que vivimos hoy en Colombia, aunque con cierto retraso (el de nuestra diferencia horaria histórica). Uribe, Ordóñez y los demás miembros del Centro Democrático se desgañitan porque Colombia se quede estática en una zona de penumbra en la que ellos tienen la sartén por el mango y cuyo paisaje mental evoca ideas o palabras que, en los países modernos, ya están en el cuarto de chécheres: confesionarios y patios de fusilamiento, justos y pecadores, terroristas y héroes, amos y sirvientes, blancos y negros, guerrilleros y paracos, y en donde el homosexual es visto como un pervertido y la palabra “marica” es un insulto, y donde el drogadicto sólo puede ser un vago y la joven que se embaraza sin casarse una puta, aunque quien la preñó sí es un verraco (como promulga el Partido Machista del Casanare, que es el mismo Centro Democrático sólo que en versión Planeta de los Simios). Esa es la Colombia obsoleta del CD versus la nueva Colombia del proceso de paz y la pedagogía sexual y el respeto por las libertades individuales. Dos Colombias, una frente a la otra, lanzándose miradas torvas. Es en el contexto de esta lucha en el que debemos ver la brutal embestida contra la ministra Parody, un asalto que, en el fondo, no es más que el pataleo de un ahorcado al que se le acaba el aire y está lejos, muy lejos del suelo que no volverá a alcanzar.

TOMADO DE http://www.elespectador.com/



No tenemos miedo

Con nuestros hijos conversamos, les enseñamos a respetar la diferencia, les damos elementos para que aprendan a identificar el matoneo y a no participar en él.

Por Elizabeth Castillo

Esta semana se cumplieron dos años de la muerte de Sergio Urrego, 16 años, bisexual. Y ha pasado casi año y medio desde que murió Yessica, 14 años, lesbiana. Ambos discriminados en sus colegios. Ambos afrontando a su edad la desgracia del acoso, del insulto, del chiste sucio. Solo porque algunos interpretaron como una debilidad que no fueran heterosexuales.

Ambos debieron escuchar muchas veces, en las noticias, en sus casas, en sus colegios o en sus iglesias, afirmaciones de sacerdotes y pastores; de autoridades; de médicos o psicólogos que se amparan en su título para disfrazar sus prejuicios; de políticos de medio pelo cuya única muestra de gestión es un sistemático ataque a los homosexuales; diciendo que ser homosexual es malo, que algo peligroso hay de por medio, que lo mejor es que no existan y que por eso es mejor que no se reproduzcan y mucho menos que adopten. Ambos decidieron suicidarse.

Los pastores, ordenados o no, esparcen afirmaciones falsas que, al estilo enseñado por la propaganda nazi, de tanto repetir han llegado a calar en sus seguidores. Han dicho que se puede retroceder en el marco de interpretación constitucional en materia de derechos humanos, una falsedad mayúscula que cualquier estudiante de primer año de derecho comprende. Han dicho que los derechos de las minorías pueden ser resueltos por las mayorías y han dicho, sin ningún pudor, que la Corte Constitucional está siendo títere de una agenda macabra de la gente gay que quiere conquistar el mundo. Parece un chiste, y aunque ustedes no lo crean, hay gente que se traga ese cuento.

Esos pastores, políticos o religiosos -diferencia cada vez más difusa- han violado el mandamiento de no mentir y han engañado a sus seguidores una y otra vez. Les dijeron que habían ganado la batalla en 2011, cuando la Corte reconoció que somos familia y en 2013 les volvieron a convencer de que los matrimonios se podían anular por vía de tutela. Una vergüenza de “criterio” jurídico enarbolada, con una terquedad inusitada, por una fundación de papel creada a la sombra de la omnipresente derecha religiosa más recalcitrante del país.

Han planteado un debate miserable, lleno de argumentos mediocres y carentes de cualquier sustento razonable. Y han tergiversado e inducido, a padres y madres de familia, a creer que el Ministerio de Educación promueve la homosexualidad con una cartilla pornográfica, un sinsentido mayúsculo que ha sido aclarado de muchas maneras, pero que ya ha causado un daño tremendo.

Además, han vuelto a mentir a sus seguidores diciendo que saben lo que solo nosotros sabemos, es decir: cómo están nuestros hijos realmente. Qué clase de seres humanos son y qué hermosos y llenos de posibilidades creativas se ven y actúan, y marcan la diferencia, en medio de tantos hijos criados por heterosexuales.

Nuestros hijos son criados con amor y nuestras relaciones suelen ser más amorosas, respetuosas, creativas y poderosas que las de miles de heterosexuales. En nuestros hogares hay amor, respeto y cuidado, que es mucho más de lo que se concluye de las encuestas de demografía o convivencia del país, hechas por y para heterosexuales.

Con nuestros hijos conversamos, les enseñamos a respetar la diferencia, les damos elementos para que aprendan a identificar el matoneo, a no participar en él y a solidarizarse con quien lo sufre y les mostramos que hay otras maneras de vivir el mundo más allá de lo que esta cultura pretende imponernos. También nos diferenciamos de la mayoría de heterosexuales de este país, en que no se nos ocurriría rechazar a un hijo solo porque no tiene nuestra orientación sexual.

Esos que recogen firmas o hacen marchas, usando como pretexto para su discurso falso la protección de la niñez o de la familia, que se rasgan las vestiduras por el supuesto riesgo que corren los niños al tenernos cerca, callan olímpicamente que las cifras anuales de abuso sexual contra menores en Colombia reportan más de cien mil casos, solo de los conocidos, que ocurren en su inmensa mayoría en hogares que se catalogan como “normales”, solo porque son heterosexuales.

No se trata de la orientación sexual, lo hemos dicho hasta el cansancio. Se trata de cómo se construyen las relaciones, incluidas las que tenemos con nuestras familias o con nuestras parejas. Se trata de cómo muchas familias integradas por parejas homosexuales, conversan, construyen, se ríen, hacen complots divertidos que incorporan hijos, sobrinos, suegros, yernos o nueras. Nuestras familias nos aceptan y nos aman, respetan nuestras relaciones y también sufren al escuchar todas las mentiras y todos los ataques que nos dirigen sin reposo.

Les tenemos noticias: Existimos desde siempre y no tenemos miedo. Estamos acá y no van a lograr callar el amor que nos une y la forma poderosa como ese amor se esparce por el mundo.

Escribo esta columna para informar, a quienes tergiversan, mienten y pretenden retroceder en este asunto esencial de derechos, que si no nos dejamos vencer por el cansancio o el miedo hace veinte años -que no teníamos nada, ni una norma que nos protegiera siquiera medianamente- mucho menos lo vamos a hacer ahora, que existe un marco jurídico claro y contundente. Un marco jurídico que reitera, de muchas maneras, que no existe ninguna razón válida -escrita o cultural-, que excuse el maltrato, la exclusión o la inequidad hacia las personas homosexuales, bisexuales o trans del país.

Solo quería que lo supieran. Estoy segura que hablo en nombre de miles. Por ninguna razón nos van a arrastrar a ese fango infame desde el cual han planteado esta discusión, que no es más que un asunto básico de derechos humanos. De ninguna manera caeremos a ese nivel, entre otras cosas, porque eso no honraría la memoria de nuestros muertos, especialmente de los que se fueron siendo niños.


Por Elizabeth Castillo
Abogada. Activista del movimiento Lgbti. Coordinadora del Grupo de Mamás Lesbianas.
http://www.eltiempo.com/



De monstruos y muros

Monstruos disfrazados de "fe" que acuñaron conceptos para negarse a reconocer diferencias.

Por Cecilia Álvarez Correa

Hace unas semanas, el editorial de la revista ‘The Economist’ se refería a la gran división ideológica que hoy enfrentan Estados Unidos y Europa. Argumentaba que la división ya no es entre izquierda y derecha, sino entre apertura –comercial, migratoria– y aislamiento; entre promotores de la integración y el intercambio, y los que como Trump, en Estados Unidos, quieren erigir nuevos muros divisorios.

En Colombia el panorama es aún peor. La gran división que vivimos esta semana viene de visiones antagónicas: una, la de quienes creemos en el respeto por las diferencias, con especial énfasis en la protección de los derechos de las minorías, que suelen estar en riesgo de ser vulneradas. Y otra, la de aquellos que buscan aislar o negar a las minorías, construir un muro para que no existan.

Hoy, la excusa es la ‘ideología de género’. Ese es solo el vestido que arropa su odio y su oposición al intento por construir los cimientos de una sociedad pluralista.

Solo el año pasado se registraron 7.732 casos de menores de edad víctimas de maltrato físico, psicológico y maltrato por negligencia. ¿Por qué no hay marchas, carteles, indignación en esos casos? ¿Será porque esos niños no dan votos? No merecieron una marcha porque no sirven de excusa para camuflar el odio... Con seguridad, muchos de sus victimarios son ‘personas de bien’, no son ‘inferiores’, no tienen ‘averías’.

Esos promotores del odio –entre el clóset y detrás de símbolos religiosos– ocultan sus verdaderas intenciones. Y no solo no hacen nada para proteger a nuestros niños, sino que incendian y lapidan a quien intente hacerlo sin responder a su fanatismo enfermo.

Los recientes acontecimientos serán recordados como tiempos turbios en los que la discriminación, el odio y el miedo a reconocer las diferencias nublaron la mente de algunos que pretendieron someternos a su fanático credo. Monstruos disfrazados de “fe” que acuñaron conceptos para negarse a reconocer diferencias.

La gran división en Colombia tiene un tercer grupo que es aún más peligroso: los indiferentes. Los que actúan como si la defensa de la igualdad no fuera con ellos, y me recuerdan la famosa cita de Niemöller sobre la persecución nazi: “Primero vinieron por los comunistas y no dije nada, porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada, porque yo era protestante. Luego vinieron por mí, pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.

Soy zurda, estoy en condición de discapacidad, soy negra, soy indio, soy zambo, soy atea, soy cristiano, soy musulmán, soy judía, estoy gordo, soy bajita, creo en Bochica, soy trans, soy sindicalista, creo en Bachué, soy madre soltera, soy libros que no debes quemar, soy católica, soy vida, soy alegría, soy ganas, soy ritmo, soy solidaridad, soy empuje, soy inspiración, soy auténtica, soy resiliente, soy Colombia, ¡y en Colombia cabemos todos!

CECILIA ÁLVAREZ CORREA
Ex Ministra

1 comentarios :

Do you know the ideal men? I was wandered that I know one of them, after reading this article. He is my fiancé)) Read about 8 signs of ideal man https://quivo.co/19400-exp-8-senales-del-hombre-indicado.html

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