A pesar de la miopía del Congreso frente al matrimonio gay, la revolución LGBTI no tiene reversa. Sus implicaciones en la economía, los negocios y la política en Colombia son inmensas.
En Colombia, la realidad no solo supera a la ficción, también a la legislación. Eso quedó en claro luego del debate en el Congreso de la República sobre el matrimonio de parejas del mismo sexo.
La polémica se centró en un asunto semántico: ¿se le puede llamar matrimonio a una unión entre dos hombres o entre dos mujeres? Ambas partes se “rancharon” en sus posiciones y eso impidió el avance en uno de los temas con mayor carga de profundidad para el país en esta época.
En este capítulo quedó nuevamente al desnudo la incapacidad del Legislativo para servirle al país: gays, lesbianas, bisexuales y transexuales también están escribiendo la historia de Colombia y, por esto, la sociedad colombiana necesita de un marco de ley acorde con los nuevos acontecimientos.
La comunidad LGBTI está en el poder: manda desde el Ejecutivo, el Congreso, las Altas Cortes, los tribunales y la Fiscalía; las Fuerzas Militares, las empresas, el arte y el deporte.
La economía no es la excepción. Hay personas gay en grandes instituciones del poder económico y empresarial como el Banco de la República, el Ministerio de Hacienda, el Ministerio de Transporte, en los gremios, en el Sena, en la banca, en la industria, en las juntas directivas de las grandes compañías, en el agro, en la ingeniería, en el periodismo y hasta en el gabinete presidencial.
Claramente, el asunto en Colombia superó hace rato el dilema de salir del clóset o no. El tema no es ya una materia oscura, sino un asunto sobre el que hay muchas luces. A pesar del freno de mano que le metió el Congreso a las nuevas leyes sobre uniones de personas del mismo sexo, la revolución está en marcha.
¿El poder para qué?
La Organización de las Naciones Unidas ha señalado que la población mundial LGBTI puede representar hasta 10% del total de habitantes del planeta. Si esa proporción se mantiene para Colombia, la población LGBTI podría ser hoy superior a 4,5 millones de personas.
¿Ocurre lo mismo con el poder? El senador Armando Benedetti, uno de los impulsores de la nueva legislación para el matrimonio entre parejas del mismo sexo, aseguró que “esa misma proporción se puede traducir en el Congreso”. De ser así, fácilmente entre los 268 senadores podría haber entre 20 y 26 parlamentarios LGBTI, una bancada que supera el número de parlamentarios del Partido Conservador en el Senado. En el gabinete ministerial, la proporción alcanza para que la comunidad gay tenga al menos un representante.
Sin embargo, el tema todavía no puede ser abordado desapasionadamente y sin prejuicios. Inclusive, Benedetti señala que durante el debate hubo muchos votos gay ‘vergonzantes’, pues varios legisladores hicieron discursos en contra de la igualdad matrimonial en Colombia, a pesar de pertenecer a la comunidad LGBTI.
La presencia de personas LGBTI es evidente también en otros sectores. Y todos participan de la vida pública, económica y empresarial, con lujo de detalles y exitosamente. Un ejemplo de ello es el abogado Gustavo Osorio, uno de los juristas con mayor prestigio en asuntos laborales y pensionales de Colombia. En su carrera ha pasado por altos cargos como la Oficina Jurídica de la Dirección General de Crédito Público del Ministerio de Hacienda. Actualmente es miembro de la firma Durán & Osorio Abogados Asociados.
Otros casos destacados son los de Guillermo Hernández, gerente del Festival Iberoamericano de Teatro; el empresario Alex Gálvez, dueño de una de las clínicas más importantes de Bogotá; Ernesto Londoño, quien se ha convertido en uno de los empresarios más importantes del país de logística y que ya organizó eventos multitudinarios como la entrega de los premios MTV en Colombia en 2009. Sobra mencionar a Edison Ramírez y Luis Bernardo Cuartas, los reyes de la rumba gay capitalina con su discoteca Theatron.
El poder LGBTI está por todos lados. Nombres como Gustavo Álvarez Gardeazábal, Virgilio Barco Isakson, Héctor Fabio Cardona, Brigitte Baptiste, Sandra Mora, Blanca Inés Durán, Márcela Sánchez, César Castro, Andrés Vásquez, Felipe Cárdenas, Luis Carlos Caballero y Felipe Zuleta forman parte de ese selecto grupo de grandes personajes de la vida LGBTI en el país.
Todos ellos han ganado merecidamente un espacio significativo en la vida pública colombiana. Justamente por esa presencia que en muchos frentes ya no es minoritaria, el debate es más complejo de lo que pueden entender quienes se oponen al reconocimiento pleno de todos los derechos gay.
Esta es una mirada a varios de los más importantes aspectos relacionados con una de las grandes revoluciones en el mundo de hoy. Entre los temas clave están lo laboral, los patrones de consumo, la seguridad social y los asuntos gremiales por solo mencionar algunos.
Trabajo sí hay
La población LGBTI es una fuerza económica importante dentro del mundo del trabajo en Colombia. Por supuesto, no hay cifras definitivas, pero el país no puede esperar a que haya un censo formal para abordar el tema.
Suponiendo que las personas solo reconocen su identidad sexual al alcanzar cierta madurez (cuando se acerca la mayoría de edad), entonces gran parte de los 4,5 millones de individuos LGBTI que tendría el país serían personas en edad de trabajar. Si su participación en la población económicamente activa fuera similar al promedio nacional, la comunidad LGBTI podría acercarse a 15% de la fuerza laboral.
Algunas investigaciones han empezado a ratificar esa percepción. Según el Estudio Colombiano Mundo G&L - Comunidad Gay & Lesbian que desarrolló la agencia de investigación de mercados Universal MacCann en 2008, 74% de los encuestados reconoció tener un amigo gay o lesbiana, 41% señaló ser consciente de tener un vecino gay o lesbiana y 37% afirmó tener un compañero de estudio o trabajo.
El hecho es que la comunidad LGBTI está hoy presente en las oficinas de todas las empresas colombianas. Sus compañeros de trabajo saben que esa realidad existe, pero pocos quieren reconocerlo en forma explícita.
Políticas empresariales
Los países donde los derechos de los homosexuales están más protegidos cuentan con una legislación laboral para evitar su segregación.
Muchas multinacionales cuentan con sus propias políticas contra la discriminación sexual, pues deben aplicar en el mundo los principios que les exige la ley en sus países de origen. American Airlines, por ejemplo, lleva dos décadas implementando prácticas para atender a sus empleados y clientes LGBTI. Les da los beneficios de pasar millas a sus parejas, al tiempo que tiene un equipo de ventas y marketing para esta comunidad. En el Citi, desde 2004 han trabajado para que el banco sea más acogedor para estas personas.
En varios países se premia a las empresas que son más amigables con los gay (el año pasado fue el banco Barclays en Inglaterra). No obstante, Duarte Ramos, gerente general de la cazatalentos Hays Colombia, dice que en este país aún no se ha visto ningún cambio en ese frente y que las empresas viven al margen de la realidad.
Agrega que no se trata de incluirlos, pues ya están en el mundo laboral, sino de reconocer esta condición, pues resulta innegable que a nivel ejecutivo, de CEOs y cargos de confianza, hay segregación y los LGBTI prefieren no hacer pública su condición. Existe una barrera tácita que hace muy difícil para un homosexual declarado llegar hasta la cumbre de una compañía. En esto es necesario avanzar.
Negocios “igualitarios”
La aparición de la Cámara de Comerciantes LGBT de Colombia (Cclgbtco) demuestra que el tema está tomando nuevas dimensiones.
Hasta el momento, el comercio LGBT está concentrado en tres sectores: turismo y entretenimiento; textiles y confección; y aseo y cuidado personal. La Cámara no sólo busca vincular compañías “dirigidas” por personas LGBTI. También quieren convocar firmas que ofrezcan productos y servicios a esta población, o las que acudan a proveedores LGBTI y quieran comprometerse con causas como la de “empleadores amigables” o “comercio amigable”.
Felipe Cárdenas, CEO de la Cámara, explicó que hay dos tipos de afiliados. El primero es el clúster de grandes empresas (multinacionales extranjeras y colombianas). Con estas compañías se impulsa la certificación como “Empleadores Amigables con la población LGBTI” y como entidades que incluyen en su cadena de producción a “Proveedores Diversos”. Con ellas se realizan eventos y campañas. Actualmente hay 40 empresas afiliadas en estas categorías. El dirigente gremial señaló que la otra categoría de empresas afiliadas incluye emprendedores de la comunidad: personas que ejercen una actividad comercial o tienen una empresa.
“Con ellos hacemos eventos de capacitación, entrenamiento, relacionamiento y buscamos que se certifiquen como Proveedores Diversos con el fin de conectarlos con el clúster 1 y promover así su crecimiento empresarial. Ya tenemos más de 50 emprendedores, quienes se están afiliando desde marzo a la cámara”, comentó Cárdenas.
El proyecto ha recibido apoyo por parte de la Embajada de los Estados Unidos.
Servicios a la medida
El tamaño de la comunidad LGBTI como consumidores ha hecho que los expertos en mercadeo en muchas empresas presten mayor atención a sus posibilidades como consumidores. La oferta de productos va mucho allá de bares, discotecas y saunas. Una generación de emprendedores le está sacando provecho a esta coyuntura a través de una gran variedad de ofertas.
Son muchos los ejemplos en el país. La marca Ladybug es uno de ellos. Fue fundada hace 10 años, vendiendo pulseras y camisetas con los símbolos gay (una bandera de colores similar al arcoiris). El negocio comenzó muy bien y vendían en los bares. Al poco tiempo se animaron y abrieron un local en Chapinero, pero las ventas cayeron, pues sus compradores temían ser vistos entrando al local. La tienda debió cerrar por este motivo, pero sienten que hay más apertura y por eso van a volver con el local. La diferencia es que hoy enfrentan muchos competidores, que además traen artículos importados.
Otro caso es el de la marca Nezzio, creada hace casi cinco años por el empresario Felipe Correa, un egresado de la Universidad Eafit en Medellín. La empresa empezó con ropa interior femenina, pero ante las dificultades del mercado se transformó hacia la producción de prendas para homosexuales. Hoy se venden dentro y fuera del país. También hay restaurantes que se consideran gay-friendly, pues allí los homosexuales pueden cogerse de las manos libremente sin sentirse juzgados. En el directorio LGBTI de Colombia aparece un amplio número de estos en Bogotá, Medellín, Cartagena y Cali.
Viajeros consumados
Quizás uno de los negocios en donde está más claro el interés por atender el mercado gay es el del turismo, porque gracias a su ingreso disponible gastan más que un heterosexual.
Aviatur abrió la marca Gay Travel. Aunque el servicio lo ofrecen en todas las sucursales de la cadena, tienen un local especial en Chapinero en Bogotá. “No hay nada más rico que planear un viaje y, si es con la pareja, mejor. Tenemos un espacio para que puedan averiguar y cotizar sin sentirse juzgados”, explica Sammy Bessudo, encargado de esta línea de negocios en Aviatur.
Agrega que no venden viajes sexuales, sino planes que incluyen cruceros o playas especializadas. En muchas ocasiones van a los mismos planes que los heterosexuales. Bessudo aclara que la mayoría son planes en el exterior.
El desafío legal
Una actividad que se está beneficiando con el empoderamiento gay es el Derecho. María Ángela Raich, abogada de familia, dice que esta es una línea de negocio incipiente, pero sin duda atractiva. Con el reconocimiento de sus derechos patrimoniales se crean situaciones nuevas, como por ejemplo la existencia de derechos de consciencia de los notarios para firmar capitulaciones o liquidar sociedades conyugales. “Se acercan a los abogados, pues quieren tener claridad de hasta dónde van sus derechos”, aclara Raich.
Otros abogados de familia que trabajan con homosexuales prefirieron no dar su nombre, pues temen que clientes heterosexuales, en especial vinculados a grupos religiosos, no sigan trabajando con ellos por este motivo.
Consumidores PremiumDe acuerdo con Fernando Anzures, de la firma Liquid Thinking, especializada en shopper marketing, la capacidad adquisitiva de la comunidad LGBTI puede ser mayor entre 20% y 30% a la de los heterosexuales, pues la gran mayoría de ellos no ha formado familias con hijos.
En Estados Unidos, firmas como Ikea, American Airlines, Crate & Barrel y Amazon han incluido individuos y parejas gay en sus anuncios publicitarios. Estos no van dirigidos únicamente al mercado de los homosexuales, también aspiran a despertar afinidad por las marcas en sus familias, sus amigos y las personas que quieren tener una sociedad menos discriminatoria.
De acuerdo con el estudio de Universal McCann, de los 4,5 millones de homosexuales que habría en Colombia, 50% considera que sus necesidades no son adecuadamente cubiertas por las marcas. El consumo de los hombres gay se enfoca hacia la búsqueda de estatus laboral y económico, alto nivel educativo y cultural, exclusividad en sitios y libertad de comportamiento homosexual.
El consumo de las lesbianas, entre tanto, tiende a orientarse hacia una necesidad muy fuerte de administrar bien el dinero, buscar sitios más privados y establecer un territorio seguro sobre el cual construir relacionamiento con las marcas y personas.
Marea internacional
El tema del matrimonio homosexual está transformando la legislación en muchos países del mundo. La decisión más reciente fue la de Francia, donde el matrimonio homosexual o diverso quedó aprobado por la Asamblea Nacional a finales de abril. 14 países han aprobado el matrimonio diverso. Al mismo tiempo, existen otros como Estados Unidos y Brasil donde no se ha dado una ley nacional, pero algunos de sus estados lo han aceptado.
Los países más avanzados en la protección de los derechos laborales de los LGBTI son los europeos. Duarte Ramos, gerente general de la cazatalentos Hays Colombia, explica que en Inglaterra existe una ley que obliga a que las empresas tengan una proporción de empleados gays similar a la participación de los homosexuales en las poblaciones donde operan. Esto, en su concepto, crea una discriminación inversa, porque se puede dar la contratación para cumplir con la cuota, discriminando en contra de otros candidatos quizás mejor preparados.
En Francia, la regulación prohíbe preguntar la orientación sexual en las entrevistas de trabajo, así como los chistes dentro de las oficinas. Los procesos de selección de personal solo se pueden fundamentar en aspectos técnicos.
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