Cuando hablamos de sexo oral automáticamente nos imaginamos un beso hacia una vulva, pene o al ano. Sin embargo, la oralidad tiene que ver con la participación de la boca. Y una de las prácticas más placenteras -últimamente más olvidada o no reivindicada- tiene que ver justamente con el acercamiento entre las bocas: los besos.
La boca y los labios tienen cientos de terminaciones nerviosas. En el beso participan más de 130 músculos, papilas gustativas de la lengua, sensores nerviosos y vías sensitivas que hacen que cada beso genere diferentes sensaciones de plenitud y placer.
Pese a lo placentero, según el Journal Sex of Medicine el 30% de los hombres heterosexuales no practica ni recibe prácticas orales. Por otro lado, The Canadian Journal of Human Sexuality constató que solo un 28% de las mujeres heterosexuales de entre 18 y 24 años reconocían disfrutar practicándolo y recibiéndolo, cifra que aumentaba considerablemente hasta los 40 años. No hay estudios en población homosexual, lésbica, bisexual o trans.
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