En un informe regional llamado ‘Violencia Contra Personas LGBTI en América’, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunció los “altos índices de violencia” que sufren las minorías sexuales como lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersex, o percibidas como tales.
El informe, elaborado con datos de entre 2013 y 2014, indica que la violencia contra las minorías sexuales son un fenómeno social complejo y multifacético, y no un hecho aislado o acto individual.
“Muchos de los actos de violencia contra las personas LGBT, conocidos como crímenes de odio, se comprenden mejor bajo el concepto de violencia por prejuicio”, asegura el informe. Sus autores afirman que las agresiones son utilizadas para “sancionar y denigrar” a las víctimas por su orientación sexual, o su identidad o expresión de género en el caso de los transexuales. “Esta violencia tiene un impacto simbólico, ya que envía un mensaje de terror a toda la comunidad”, afirman.
La organización alerta de que los hombres homosexuales y las mujeres transexuales representan la mayoría de las víctimas de asesinatos y de abuso policial, mientras que las lesbianas y mujeres bisexuales padecen violencia intrafamiliar y sexual. Las mujeres transexuales, las más afectadas por la violencia policial, están atrapadas en un “ciclo de violencia, discriminación y criminalización”, según el informe.
Con sede en Washington, la CIDH denuncia asimismo que la mayoría de estas agresiones quedan impunes en un contexto en el que las víctimas tienen miedo de denunciar y las autoridades no abordan “adecuadamente” el problema. “Cuando los Estados no realizan investigaciones exhaustivas e imparciales, se genera una impunidad que envía un fuerte mensaje social de que la violencia es condonada y tolerada”, concluye la investigación.
Cuando desaparecer y morir no es noticia
La noche del lunes 9 de junio de 2014, en Ecatepec, desapareció Michelle Orlando Arias Mejía, joven homosexual de 20 años; salió de trabajar alrededor de las nueve de la noche pero nunca llegó a casa. Cuatro días más tarde, la tarde del 13 de junio, elementos del Ministerio Público del Estado de México encontraron su cuerpo sin vida en el interior de su auto, el informe decía que llevaba más de dos días muerto, lo mataron con catorce puñaladas, lo envolvieron en bolsas de plástico y (una vez desangrado) lo pusieron en la cajuela; pero su cuerpo, en avanzado estado de descomposición, explotó y un pie terminó en el asiento trasero del vehículo.
El 14 de junio los periódicos no hablaron del descubrimiento del cuerpo de Michelle, ni de su desaparición el lunes, ¿en qué momento los crímenes más violentos y desgarradores dejaron de ser noticia? ¿Cuándo fue que nos acostumbramos a la violencia? ¿Desde cuándo nos resignamos a que en cualquier momento cualquiera de nosotros puede desaparecer?
La noticia fue que lo que le pasó a Michelle no es noticia, que nadie reportó sobre ese hecho terrible porque no compite con las otras decenas de asesinatos y desapariciones forzadas a lo largo y ancho del país. Con los desaparecidos de alto perfil, los luchadores por los derechos humanos, los hijos de periodistas, diplomáticos, miembros del senado o los que desaparecen en masa o por los que se organizan marchas; pero un chico de clase media, homosexual, estilista, que desapareció, eso no es noticia, no merece tener una averiguación seria, menos una autopsia bien hecha.
Pese a los avances en materia de igualdad de derechos para la diversidad sexual, la CIDH solicitó a los estados a implementar cambios legislativos que permitan erradicar la violencia.
Si quiere ver el informe completo, lo puede consultar aquí.
Fuentes: El País, Sin Etiquetas, regeneracion
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