Frente a las identidades trans se han dicho muchas pendejadas, pero tal vez la más grande y que cae por su propio peso es la de que viven en un cuerpo ajeno.
Por Manuel Antonio Velandia Mora PhD.
Esa idea bebe ser referente a algo similar a los “espíritus demoniacos” que habitan los cuerpos de homosexuales o lesbianas cuya expulsión se ha convertido en un gran negocio para ciertos pastores y seudo psicólogos que curan la homosexualidad. Por otra parte, habitar un cuerpo ajeno, cosa imposible para la ciencia en este momento, es bastante complicada en una lógica medianamente formal.
En consecuencia lo único que sí podemos afirmar es que las personas trans habitan su propios cuerpo, ahora bien habitarse, construirse una identidad y ser plenamente consciente de ello parece molestar a algunos “líderes sociales” que se niegan a aceptar y reconocer que la vivencia del cuerpo es un acto político y en consecuencia que mostrarlo es una manifestación política y que molestar con ello a una sociedad pacata y con una falsa moral, también es un acto político.
Por otra parte, se asume que las personas desean cambiar su cuerpo y específicamente, que lo que más desean transformar son sus genitales. Esto es falso.
Pero si hay cambios que todes desean, y el cambio mayoritariamente deseado y por el que más han luchado y esperado por algo más de una década, ha sido la supresión de la lista de enfermedades mentales de la OMS del denominado “trastorno de identidad de género”.
En la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), en lo referente a la nueva clasificación de las identidades trans se ha leído frecuentemente en los medios que ahora se ha “incongruencia de género” (ver aquí) . Esta no solo es una pésima traducción al castellano, frecuente en los medios, sino que es también un acto de transfobia.
Lo que realmente se denomina "Discordancia de Género" dentro del epígrafe concerniente a las “condiciones relativas a la salud sexual” en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), tampoco es un trastorno mental. Hasta ahora la transexualidad formaba parte del capítulo dedicado a "trastornos de la personalidad y el comportamiento" –en el subcapítulo "trastornos de la identidad de género"
Aun cuando se trata de un avance en el camino de la despatologización de la transexualidad, no podemos darnos por satisfechos, porque deja entrever la idea básica binarista de la sexualidad que ubica a las personas ante la disyuntiva de ser un “el” o una “ella”.
Una lectura mucho más contemporánea, inclusiva y congruente con la realidad que viven las personas trans es considerar que las sexualidades y sus componentes son fluidos, dinámicos, en continua construcción, de ahí que yo utilice el verbo Ser en un presente continuo y me refiera al “estar siendo” como una forma de reafirmar en la palabra ese ejercicio de continua construcción.
Creo que seguir con la idea del “cuerpo equivocado”, el “cuerpo ajeno” o el “género equivocado” reafirman la idea de un “deber ser” en el que la no equivocación es seguir con la dicotómica posibilidad de ser macho o hembra, mujer u hombre, masculino o femenino, olvidando las múltiples opciones que posibilita el amplio espectro de las diversidades.
Manuel Antonio Velandia Mora PhD.
Es sexólogo, sociólogo,PhD en Educación, PhD en Enfermería y cultura de los cuidados.
0 comentarios :
Publicar un comentario