martes, 10 de mayo de 2016

"Ser gay tiene que ver con de quién te enamoras, no con quien te acuestas" dice el autor del libro "Quiérete mucho, maricón" Manual de éxito psicoemocional para homosexuales

"Ser gay tiene que ver con de quién te enamoras, 
no con quien te acuestas" Gabriel J. Martín


"Cada vez que un personaje famoso dice: 'Soy una persona que se enamora de personas', muere un gatito, se le cae un diente al hada de las obviedades (¿acaso las demás personas nos enamoramos de farolas? y, lo que es peor, da una vuelta más a la cerradura de algunos armarios". Lo de enamorarse de personas se dice, se lee y se escucha a menudo. El resto es aportación de Gabriel J. Martín, pionero de la psicología gay afirmativa (gay affirmative psychology) en el mundo hispano, que acaba de publicar un extenso (527 páginas) "manual de éxito psicoemocional para hombres homosexuales". Ni más ni menos.

Pero antes de llegar a esa aclaración técnica está el título, mucho más ilustrativo que cualquier explicación. El libro se llama Quiérete mucho, maricón. Directa y sin medias tintas, la frase define la filosofía de vida del autor, que quiere reforzar la autoestima de los gays y, además, establece un guiño cómplice con el colectivo al utilizar una palabra "a la que hemos quitado la connotación negativa e insultante y la convertimos en un apelativo cariñoso".

¿Qué esconden las páginas de este manual? Pues un cóctel bien mezclado de historia de la homosexualidad, ciencia sobre si el gay nace o se hace, qué significa ser homosexual, cómo se asume esta condición, qué secuelas deja la homofobia, cómo disfrutar de la sexualidad con diversión y precaución, un recorrido por las ITS (infecciones de transmisión sexual), información para desenvolverse en el ambiente gay, la aportación de las nuevas tecnologías a la hora de ligar y un poco de jerga de "culturilla marica". Todo en tono desenfadado pero con muchos datos y referencias científicas y salpicado por textos de García Lorca, Gustavo Adolfo Bécquer, Luis Cernuda o Jaime Gil de Biedma, entre otros.

Gabriel J. Martín habla con pasión del libro, de su trabajo, de la vida. Y toca con naturalidad el sexo y los tabúes que le rodean. Gaditano residente en Barcelona, cuenta a EL MUNDO que lo único que ha hecho ha sido "aplicar una corriente psicológica que está muy extendida en otros países. Me daba rabia que no tuviéramos nada parecido aquí. Pero yo no me he inventado nada. Esto empezó en los años 70. Yo creo que nacimos al mismo tiempo la psicología afirmativa y yo". Se trata de una línea de trabajo que ayuda a los pacientes gays a asumir su homosexualidad y vivirla con naturalidad y gozo.

El mensaje va para quienes le acusan de haberse montado un "chiringuito gay". "Ya estaba todo creado, yo sólo le he dado forma y lo he traído a España", afirma. No hay más misterio.

Está acostumbrado a los ataques "porque aún hay mucho homófobo", y destaca que hoy en día todavía es "muy complicado ser gay en determinados entornos -el mundo del fútbol, del toro...-". Le da igual que le acusen de subirse al carro del "lobby rosa", porque afirma, con convicción, que esta obra era "necesaria" y "es muy útil para todos los homosexuales y sus familias".

Algunos puntos que deja claros en el libro son los siguientes: "Ser gay tiene que ver con de quién te enamoras, no con quien te acuestas". "La homosexualidad es innata y por eso está omnipresente en la naturaleza y en la historia". "Al contravenir manifiestamente las leyes del aprendizaje es imposible que la homosexualidad sea adquirida. Es innata y biológica".

Y, para los que dicen que es algo elegido... narra: "claro, y por eso te dejas ahorcar en Arabia Saudí o en Irán o apedrear en Rusia. Eliges ser gay para que los niños del colegio te peguen y te insulten, para que tu padre se avergüence de ti, para que tu madre calle cuando las vecinas le pregunten si ya tienes novia... Eso no es ser maricón, ¡eso es ser un tocapelotas! ¿Podría existir algo más estúpido que creer que alguien podría elegir un 'estilo de vida' que le pone en el punto de mira de todas las agresiones?"

¿Por qué este libro?
Viene un poco por mi trayectoria. Yo cuando me voy a vivir a Barcelona me apunto a la Coordinadora Gay y Lesbiana para conocer gente. Me apunto al curso de voluntariado y me ofrecen llevar la asesoría psicológica. Ahí me doy cuenta de que los pacientes que vienen tienen una problemática con la vivencia de la homosexualidad y la respuesta de su entorno. Eran patrones muy parecidos. Empecé a investigar y descubrí que hay una cosa maravillosa, la Gay Affirmative Psychology, que estaba muy extendida en el mundo anglosajón, con cantidad de libros publicados sobre el tema y que en nuestro país es muy desconocida. Al mismo tiempo empiezo a publicar en una revista gay de Barcelona y los artículos fueron gustando. De repente vi que había interés. Me preguntaban dónde podían leer más sobre los temas que yo tocaba. Pero todo estaba en inglés. Una cosa llevó a la otra y, al final, al libro.

¿Por qué ahora?
En general es verdad que tenemos un nivel de aceptación de la homosexualidad alto en España, aunque hay matices. No es lo mismo que seas chico o chica, que vivas en un pueblo... Aunque la aceptación es buena. No es un libro para que la gente acepte su homosexualidad. Lo toco un poco al principio y ya. Lo que menos hago es ayudar a la gente a salir del armario. Lo que yo trabajo son las secuelas que deja el entorno homófobo y la homofobia interiorizada -el rechazo de uno mismo a su propia homosexualidad-. Ayudo a gente que ya ha aceptado su condición pero tiene secuelas y problemas en sus relaciones de pareja. No es un libro para el gay que se tiene que aceptar, sino para todos. Y no hay ninguno parecido en España.


El libro dice claramente: : Manual para hombres homosexuales, pero ¿para quién más es?
Para las familias, que tienen que hacer un proceso de salida del armario que se parece mucho al nuestro. Todos tenemos prejuicios interiorizados que se deben a la educación que recibimos y al contexto en el que nos criamos. Un padre que ha crecido escuchando que la homosexualidad era una enfermedad y su hijo le dice que lo es, pues no le cuadra. No le cuadran sus ideas con la realidad de su hijo.

Pero además es un libro escrito para muchos tipos de hombre gay, por eso es tan amplio. Es para el que se está empezando a a aceptar, para el que hace muchos años que se aceptó y tiene una crisis en su relación sentimental, para el gay que no sé cuánto hace que se aceptó pero tiene un problema de erección porque se pone muy ansioso, para el que lo pasó mal en el colegio y está obsesionado con infectarse de una ITS, para el gay que quiere saber cómo tener relaciones sexuales más tranquilas y saludables, para el gay muy jovencito que no tiene ni la mayoría de edad, para sus familias, para todos. Por eso ha salido tocho, no quise dejarme a nadie. Raro será el gay, lo digo muy seguro, que no saque algo de este libro, porque lleva mucho material, muchos contextos y muchas situaciones.

El título fue ¿lo primero o lo último?
El título tiene su historia. Es una frase mía, con la que siempre despido los artículos desde 2012. Resume un poco mi filosofía. Me ha sorprendido mucho la recepción del término maricón en el mundo hetero que me ha dicho, 'pero si eso es un insulto'. Desconoce que entre nosotros hemos descontextualizado ese término, le hemos quitado el tono peyorativo y lo utilizamos con confianza y cariño. Tiene que ver con la complicidad de un gay a otro gay. [En el libro lo explica así: "Cuando dos gays nos decimos maricón estamos usando lo que se llama una marca lingüística: una expresión que denota una realidad no explícita pero que ambos comprenden. Una marca de complicidad. También es una palabra que empleamos para estar por encima de su uso insultante, para señalar que ya no nos duelen las palabras sino las intenciones. A veces los cambios son tan rápidos que no hay palabras para referirse a lo nuevo. Aunque lo nuevo no sea más que lo viejo pero visto con ojos renovados. Le hemos quitado lo malo y dado un guiño cómplice. Es la neoléxica]

¿Qué quiere decir maricón cuando lo dice un heterosexual y cuando lo dice un homosexual?
Entre dos gays es una marca de complicidad. Es una realidad que no está explícita pero que ellos entienden. De repente hay que crear un vocabulario nuevo para definirnos y a lo que recurrimos es a quitarle a determinados términos las connotaciones negativas que tiene y transformarlas en positivas. Empezamos a usarlo de forma de colegueo. Como el buddy de los estadounidenses o el nigger que los negros pueden usar entre ellos.

¿Hay otros términos que han descontextualizado?
El puta, por ejemplo, que lo usamos como adjetivo. Soy muy puta, decimos entre nosotros. Como adjetivo, no como sustantivo. Igual que el zorra, guarra. Pero es entre amigos y con personas que tienes mucha confianza. Igual que los hombres heteros que eran muy promiscuos eran Don Juanes, nosotros éramos viciosos. Pues equiparamos muy puta con su Don Juan. Lo descontextualizamos y le damos otro sentido.

¿Es posible que la aceptación de la homosexualidad haya avanzado mucho los últimos años y ahora se haya estancado e, incluso, puede estar retrocediendo un poco?
Los movimientos en la historia casi nunca son unidireccionales y sin ningún tipo de parón. Es normal que haya avances y retrocesos. Claro que los homófobos me critican, dicen que me invento las cosas que digo. Hemos vivido una época, los de 35 años para arriba, en la que ser homosexual era lo peor. Eramos enfermos hasta los 90, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos sacó de esa consideración. Todo esto de la psicología gay afirmativa nace como reacción a cuando la homosexualidad era considerada un trastorno mental. Los psicólogos empezaron a decir, mira, no, no son enfermos, no están trastornados, lo están pasando mal porque su entorno les machaca. Cómo no van a terminar neuróticos, depresivos, tomando alcohol... ¿quién no con lo que están sufriendo? Entonces se trabaja desde la afirmación de la homosexualidad y que la persona no se sienta mal por ser homosexual sino que se acepte. No sólo hay que sacarles del manual psiquiátrico sino que además necesitan un apoyo extra para que superen todo lo que han vivido. No podemos esperar que el cambio sea inmediato. Ha habido una educación en un sentido y queda mucho de eso aún.

¿Hay corrientes en contra de esta psicología afirmativa?
Desde el mundo académico no, porque está todo muy documentado y es inapelable. Evidentemente, desde sectores muy homófobos, hay críticas. Un punto que me machacan continuamente es cuando digo que la homosexualidad es innata. Miles de comentarios diciendo que no, que es una elección, que depende del entorno en el que el niño crezca... Pero es innata. Primero porque no puede ser aprendida porque contraviene las reglas del aprendizaje, porque está presente en muchas especies (más de 300)... No es una cuestión controvertida porque la ciencia ya lo tiene clarísimo, pero la gente rechaza esa idea. El problema con la homosexualidad es que ha sido mal entendida. El último milenio ha sido devastador en cuanto a la comprensión de la homosexualidad. Hubo un avance con el psicoanálisis y es que dejó de ser un pecado para convertirse en una enfermedad... que se podría curar. Daba hasta esperanzas, pero te patologizaba. Al ser mal entendida genera una serie de prejuicios para justificar la "desviación" de esas personas. Por qué son pecadores o tienen algún tipo de tara. Todos esos prejuicios forman parte de la cultura: es gay porque lo ha elegido, porque es un inmaduro emocional, etc, etc. Lo primero que tienen que entender las familias es que la explicación que les han dado sobre homosexualidad no es la correcta.

¿Cuáles son las secuelas más comunes que deja todo esto?
Lo primero la homofobia interiorizada. Raro es el gay que no haya interiorizado algo de homofobia. Todos interiorizamos prejuicios, aunque no seamos conscientes de ellos. Los homosexuales han incorporado ideas equivocadas sobre su condición. Los referentes en las películas siempre han dado una imagen distorsionada del gay.

¿Se sienten bien representados en el cine o en las series?
 Ya va cambiando la cosa, pero siempre se ha recurrido al estereotipo del marica risitas. Los homosexuales somos muy diversos. Los hay guapos, feos, de izquierdas, de derechas, con glamour, sin glamour, con carrera, sin ella... como en todas partes. Cuando alguien presenta un estereotipo en la pantalla lo que está buscando es una identificación rápida. Hay que entender que el cineasta tiene que llegar al espectador rápido. Yo recomiendo mucho El celuloide oculto, un documental que cuenta cómo Hollywood veía la homosexualidad. Y explica que en los años 30, cuando el cine se convierte en una industria, la Iglesia y los poderes dicen, 'oye, aquí hay que opinar sobre qué se puede ver y qué no". Entonces hacen un código en el que establecen cosas que no se puede ver en pantalla, como un aborto o violaciones o besos con lengua o la homosexualidad. Hollywood, para no tener problemas, dice,que 'vale'. ¿Qué ocurre? Que la homosexualidad se puede representar si cumple tres condiciones: que el mariquita fuera risible, el que llamamos sisi, como en Con Faldas y a lo loco, por ejemplo. Que fuera el malo de la película, el malvado y, al final, descubres que su trastorno psicópata es por amor, o que la historia acabara de forma trágica. La imagen que daban a toda la sociedad es que un amor lésbico acababa siempre en tragedia. De ahí venimos.



¿Cuáles son las secuelas más comunes que deja todo esto?
Lo primero la homofobia interiorizada. Raro es el gay que no haya interiorizado algo de homofobia. Todos interiorizamos prejuicios, aunque no seamos conscientes de ellos. Los homosexuales han incorporado ideas equivocadas sobre su condición. Los referentes en las películas siempre han dado una imagen distorsionada del gay.




¿Cree que los padres casi siempre lo sospechan?
Muchos sí. Sobre todo las madres. Vienen muchas madres solas a consulta para contarme que creen que su hijo es homosexual y que quieren ayudarle a contarlo ya. A veces vienen acompañadas por el padre. Es bonito que una madre quiera ayudar a su hijo en este tema.

En el País Vasco a un chico de 21 años le han echado de casa por ser homosexual. ¿Siguen ocurriendo con frecuencia estas cosas?
Sí, no es algo normal pero en determinados contextos sigue pasando. Pero me siguen sorprendiendo mucho estas noticias, la verdad.

¿Qué caso de los que ha visto en consulta se le ha quedado grabado?
Me acuerdo siempre de un hombre que sufrió abusos por un familiar cuando él tenía seis años. El familiar tenía 20 años. Aquello fue especialmente duro porque veías todo el sufrimiento que esa persona acarreaba, lo indefenso que se sintió, lo desprotegido... Superar eso lleva mucho trabajo. No es nada sencillo.

¿Cómo fue su proceso, su salida del armario?
Mi caso fue particular, porque yo soy intersexual. Yo nací con genitales intersexuales, los médicos se equivocaron y pensaron que era una niña, me criaron como tal pero yo tenía identidad masculina. Una historia. Y, además, descubrí que era gay. Yo empecé a entender mi homosexualidad una vez que entendí todo lo anterior. Fue un proceso largo. La primera vez que asumo todo mi proceso y por primera vez me enamoro de otro hombre me doy cuenta que eso que estoy sintiendo ya lo había experimentado yo previamente con otros hombres, pero tenía tan bloqueados mis sentimientos, mi inteligencia emocional, que la situación me sobrepasaba. Y entonces fue cuando caí en la cuenta: 'ay, pero si esto lo he sentido yo por Nacho. ¡Si mi primer amor fue Nacho! Y fue un descubrimiento'

¿Cómo influyen las apps para ligar en los homosexuales? ¿Ayuda a salir del armario, crea más gueto?
Hay estudios muy interesantes que dicen que los hombres que empiezan a descubrir su homosexualidad se benefician de contactar con otros hombres por estas aplicaciones como Grindr, sobre todo porque ayudan a quitarse prejuicios. También es cierto que, perfiles emocionalmente no muy estables, pueden tener problemas porque se pueden obsesionar con conseguir novio a través de estas redes, a tener sexo compulsivo... Dependerá mucho del perfil de cada uno y de lo estable que se encuentre emocionalmente. También se ha detectado que han aumentado las ITS. De hecho, se está trabajando en aplicaciones para que sea muy fácil comunicar a tus contactos que tienes sífilis, gonorrea... Si ya era fácil el contacto sexual, ahora con esto si no follas es que no quieres. Esto es así. No sólo en gays, que tenemos un uso alto del preservativo. Pero los heterosexuales jóvenes han perdido mucho la conciencia de las ITS.


'Los gays vamos de pesca, no de caza'
Tipos de gays a la hora de ligar:

El arponero: es el hombre que, por su presencia, te conquista en unos segundos. Es tan atractivo, tan sexy, tan absolutamente hot que no le hace falta hablar para pescar. Sale a la calle, se muestra, sonríe y va repartiendo arponazos en los corazones de los demás. Luego, simplemente se acerca a la pieza que más le gusta de todas las que ha arponeado y se la lleva con él. Pesca rápida y eficazmente. Pero no durarás mucho en su vida. Muchos arponeros viven para seguir arponeando.

El cañista: es el hombre que te da conversación. De entrada, no te parece que vayas a perder la cabeza por él, pero te resulta simpático: cuenta historias graciosas, es mentalmente ágil, tiene varios temas de conversación. Empieza a hablarte de su trabajo y te das cuenta de que te lo explica con pasión y eso te gusta. Se interesa por ti, te pregunta mucho. A la media hora de conversación sabes que te vas a acostar con él. En la cama se preocupa por lo que te hace gemir. Deja pasar un par de días antes de escribirte un mensaje. Poco a poco va captando tu atención y te apetece quedar con él. Se está colando en tu vida y lo peor (¿o lo mejor?) se está colando en tu corazón.

El arrastrero: es aquel que extiende unas enormes redes y mientras va navegando va arrastrando en esas redes todo lo que encuentra a su paso. Es el hombre que entra a Grindr y hace un copia-pega del mismo mensaje a todos los tíos que aparecen en la cuadrícula, al margen de edades, estados civiles, roles sexuales... Le entra a todo el mundo. Mantiene varias conversaciones en paralelo y abiertas varias posibles relaciones a la vez.



Tomado de http://www.elmundo.es/
ISABEL F. LANTIGUA, Madrid




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