“Borran los colores de la calle, pero nunca los de la gente”: Florida elimina cruce arcoíris en Miami Beach en ofensiva estatal contra símbolos LGBTQ+
En la tarde-noche del domingo 5 de octubre de 2025, obreros del Florida Department of Transportation (FDOT) comenzaron a desmontar el emblemático paso peatonal con temática LGBTQ+ ubicado en la intersección de Ocean Drive y la calle 12th Street, en Miami Beach. leer más
Utilizaron maquinaria pesada, mazas y excavadoras para levantar las coloridas baldosas arcoíris que conformaban el cruce. Lo que empezó como un símbolo de orgullo y visibilidad LGBTQ+ —una pieza artística y cultural reconocida localmente— se tornó en una muestra visible de la tensión entre el poder estatal y las comunidades que defienden la inclusión.
Qué decía la orden estatal
La remoción no fue un hecho aislado ni espontáneo: responde a una directiva emanada por el estado de Florida que exige a los gobiernos locales, entre ellos Miami Beach, Fort Lauderdale y Key West, eliminar “arte en el pavimento asociado con mensajes sociales, políticos o ideológicos” o enfrentar sanciones como la pérdida de financiamiento estatal para infraestructura vial.
Según el FDOT, la justificación es que esos “artefactos viales” podrían generar distracciones o no cumplir con normas técnicas de señalización. A principios de agosto de 2025, se identificaron al menos 400 localizaciones en Florida con cruces arcoíris u otro arte similar que serían objeto de revisión o remoción.
Miami Beach apeló la orden, pero perdió el recurso; apenas dos días después de esa sentencia desfavorable, los obreros estatales ingresaron para el retiro del cruce.
Voces desde la comunidad y el gobierno local
La remoción del cruce generó consternación, dolor, indignación y protesta entre residentes, artistas drag, transeúntes y autoridades municipales.
“Es muy emotivo ver que nuestra gente y nuestro orgullo se borran así. Es muy doloroso”, dijo CC Glitzer, quien se mudó a Miami Beach desde Alemania. “Pueden borrar los colores de la calle, pero nunca podrán quitar los colores de la gente”, fue otro de los mensajes que resonó entre la multitud.
El comisionado Alex Fernández declaró que la ciudad no fue notificada con antelación de que un “ejército de trabajadores y maquinaria pesada” estaría presente. Añadió también que Miami Beach no debería verse privada de sus símbolos de inclusión. Fernández señaló que el cruce se encontraba entre los más seguros de Ocean Drive, con menos incidentes viales que intersecciones cercanas, y que las baldosas retiradas se conservaron para posibles usos futuros.
Desde el lado estatal, funcionarios del FDOT no respondieron inmediatamente a solicitudes de comentario durante el domingo.
Contexto más amplio: remociones en otros sitios
Este episodio no es aislado. En 2025, Florida ha intensificado una campaña estatal para eliminar cruces arcoíris y arte vial considerado “no estándar”.
Por ejemplo, en Orlando fue removido el cruce arcoíris en memoria de las víctimas de la masacre del club Pulse de 2016. En Key West, Delray Beach, St. Petersburg y otras ciudades costeras también se ordenó la eliminación de pasos peatonales con mensaje visual LGBTQ+ o arte en la vía pública. La normativa estatal en Florida prohíbe nuevas instalaciones de cruces no estándar en la red vial estatal.
En Orlando, tras la remoción, activistas y residentes intentaron volver a colorear el cruce con tizas, lo que derivó en detenciones controversiales por “interferencia del tráfico”.
Reflexión: ¿símbolo borrado o resiliencia reforzada?
Este acto de remoción es simbólicamente poderoso. Un cruce peatonal no es simplemente un área de paso: puede ser también un mensaje visual, una manifestación de identidad y pertenencia. Al borrarlo, el estado busca imponer una neutralidad simbólica en el espacio público, pero las reacciones muestran lo contrario: el significado del arcoíris reside en las personas que lo defienden, no solo en el pavimento.
Para la comunidad LGBTQ+, la acción es otra manifestación de un contexto político hostil: leyes que restringen la mención de diversidad de género e identidad en escuelas —como la controvertida medida “Don’t Say Gay” en Florida—, regulaciones que limitan el acceso a tratamientos de afirmación de género, o discursos estatales que minimizan la expresión LGBTQ+ como asunto ideológico.
Pero también subyace una pregunta: ¿cómo reclamar símbolos y visibilidades cuando los instrumentos materiales pueden ser retirados con el cambio de orden político? La propuesta de reaprovechar las baldosas retiradas, la idea de instalar bancos arcoíris o activar intervenciones simbólicas alternativas, demuestra que la creatividad política y cultural será esencial en las próximas etapas.
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