Manuel Antonio Velandia Mora PhD.
Un beso ha sido la manzana de la discordia que ha llevado a periodistas como Salud Hernándeza poner en el ojo del huracán a la recientemente elegida alcaldesa de Bogotá Claudia NayibeLópez y Angélica Lozano Correa, primera dama. Hernández ha dicho (sic) “A mí me trae al fresco, pero es innecesario el beso en la boca de Claudia con su pareja. Para que ofender a los partidos cristianos y sus votantes? En campaña no lo hizo. Será buena alcaldesa, seguro, pero que no empiece retando a otras minorías”.
Sin embargo, los ofendidos no solamente parecen ser los cristianos. Que quien discrimine por un beso a la nueva alcaldesa de Bogotá, sea una lesbiana o un homosexual, lo que muestra es que ha cambiado la norma, pero no la cultura, las relaciones sociales ni la homofobia o lesbofobia internalizadas.
Las personas también se preguntan si habría que decir que la alcaldesa es lesbiana?
Pertenecer a una comunidad LGBT ha sido la razón permanente para la exclusión y otros crímenes de odio, incluyendo el asesinato y el desplazamiento forzado como manifestaciones de la élite LGTBIfobia cristiana y el conflicto armado.
Yo no soy ningún mártir, simplemente soy un marica al que le lanzaron una granada a su casa y por eso recalco que miembros de la población LGBT hemos sido víctimas del conflicto armado.
Cuando el motivo de asesinatos y otros crímenes de odio es la orientación sexual o la diversidad del género, es supremamente importante recalcar el hecho político de que se elija a una alcaldesa Lesbiana en Bogotá y esto se haga evidente.
Los asesinatos a nuestra población siguen presentándose y aun cuando hubo una gran cantidad de candidat*s pertenecientes a la población LGBT, est*s no fueron elegidos.
Besarse y autodenominarse miembro de la comunidad LGBT es también un acto político. Ya en 1981, en la esquina de la 19 con séptima a la hora de alto tráfico, me daba beso yo con un compañero militante en lo que más tarde se entendería como una performance política; lo hicimos porque se acababa de despenalizar la homosexualidad. Pero, aquí cabe recalcar queentre la despenalización de la homosexualidad y el cambio de las relaciones sociales a partir del cambio la cultura, hay mucho trecho.
Lamentable es que homosexuales y lesbianas vergonzantes de su identidad, no logren comprender la importancia que tiene que hayan elegido a una mujer lesbiana como alcaldesa de una ciudad latinoamericana y que ella no niegue las muestras de afecto con su pareja, porque la expresión del amor no es algo lésbico sino es algo humano.
Culiar a puerta cerrada no es un acto político; besarse en público si lo es.
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