"Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón". La mañana del 19 de agosto de 1936, apenas cumplido un mes del inicio de la Guerra Civil española (1936-1939), moría fusilado el más célebre poeta español. Tenía 38 años. Era de izquierdas, republicano y homosexual. Su obra había traspasado ya fronteras y tanto dentro como fuera de España se le reconocía como el gran poeta y dramaturgo que fue.
Setenta y cinco años después de su asesinato, Lorca sigue siendo el más célebre desaparecido español. Aún se desconoce dónde están los restos del autor de "Romancero gitano", el poeta de la Generación del 27 calificado por algunos como "el muerto por excelencia de la Guerra Civil".
Su asesinato y la desaparición de sus restos ponen nombre conocido al destino de miles de republicanos fusilados por las tropas "nacionales", las sublevadas contra la República, durante una guerra civil que dio lugar, tres años después, a la dictadura de Francisco Franco, una dictadura en la que España vivió durante casi 40 años.
Por eso algunos lo califican de "símbolo", como el hispanista irlandés Ian Gibson, que ha dedicado gran parte de su vida a Lorca, a investigar su asesinato y buscar el lugar en el que está enterrado.
Las estimaciones cifran las víctimas de la represión franquista en 180.000 y en unas 40.000 las que aún yacen, como el poeta y dramaturgo, en fosas comunes a lo largo y ancho del país, de las que ya se han abierto cerca de 300.
A finales de 2009 se dio por fracasada la búsqueda de los restos de Lorca en la fosa de Alfacar, en el paraje de Fuente Grande, a nueve kilómetros de Granada. Era donde más referencias históricas apuntaban como lugar de su enterramiento.
Se trata de una zona en la que yacen otros miles de represaliados. Y allí apuntó el enterrador Manuel Castilla en una conversación con el hispanista Gibson. Pero las excavaciones no obtuvieron resultados.
La familia del poeta y dramaturgo de Fuente Vaqueros se ha mostrado siempre opuesta a la búsqueda y exhumación de sus restos.
Pero el gobierno regional de Andalucía, animado por la Ley de la Memoria Histórica aprobada por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero y por una investigación del juez Baltasar Garzón, acabó subvencionando las excavaciones tras las peticiones de las familias de quienes fueron fusilados junto a él, el maestro Dióscoro Galindo González y los banderilleros Francisco Galadí y Juan Arcolla.
"¿Para conocer la represión franquista y lo que ocurrió en la guerra resulta fundamental sacar los restos de García Lorca? Eso es una aberración, de ninguna manera. No estamos hablando de reliquias de un santo", decía hace poco Laura García-Lorca, sobrina del poeta y presidenta de la fundación que lleva el nombre del autor de "Bodas de sangre". "Las exhumaciones ejemplares nos parecen un disparate".
Política, odio y homofobia se conjuraron en el asesinato del gran poeta. "Las dos principales (razones), para mí, fueron la política y su condición de homosexual. Aparte del hecho de venir de una familia acomodada, que tenía muchos enemigos y su fama", explicaba su sobrina.
El autor de "Poeta en Nueva York" había sido detenido días antes de su fusilamiento en casa de su amigo el también poeta Luis Rosales. La madrugada del 19 de agosto de 1936 -algunas teorías apuntan a la del 18 de agosto-, sus asesinos se lo llevaron para fusilarlo.
¿Dónde está Lorca? La pregunta sigue sin respuesta. "Nadie me preguntó dónde cavar. Siempre supe que no iban a encontrarlo allí. Aquello no tenía ningún sentido. Estaban muy lejos", manifestó no hace mucho el investigador Claude Couffon. El francés fue el primero que tras la Guerra Civil, 12 años después de acabada la contienda, se plantó en Granada para preguntar qué había pasado con Lorca.
Apunta a la entrada actual al barranco, un lugar de roca escarpado en su día y que hoy está lleno de pinos. Y asegura que Gibson se equivocó al creer al enterrador. "No podía haber enterrado a García Lorca, porque de haberlo hecho no lo habría reconocido".
Casi todas las teorías señalan ahora lugares muy próximos al sitio donde se buscó en 2009, como El Caracolar o el barranco de Víznar, donde hay enterrados cerca de 3.000 fusilados. Otra apunta al Valle de los Caídos, la gran obra de Franco a 50 kilómetros de Madrid.
El mausoleo donde fue enterrado el dictador fue pensado como sepulcro de los muertos de su bando durante la guerra. Pero una vez finalizado, en 1958, cuando Franco quiso trasladar a muertos de su bando hasta el lugar, se topó con la negativa de muchas viudas. Y al final, para llenar el espacio, municipios españoles enviaron los restos de republicanos exhumados de fosas comunes a las que fueron arrojados.
Según la investigación del historiador Miguel Caballero, los restos de Lorca se encontrarían a sólo 400 metros del lugar en el que se excavó en 2009, en una curva a la altura de un cortijo.
La gran pregunta ahora es si se excavará allí. La familia Lorca prefiere no hacerlo. Pero los familiares de Galindo y Galadí quieren recuperar los restos del maestro y del banderillero anarquistas. (DPA)
Poema de Garcia Lorca
Biografía
Nació en el municipio de Fuente Vaqueros, Granada (España), en el seno de una familia de posición económica desahogada, el 5 de junio de 1898, y fue bautizado con el nombre de Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca; su padre fue Federico García Rodríguez, un hacendado, y su madre, Vicenta Lorca, maestra de escuela que fomentó el gusto literario de su hijo.
Desde los 2 años, según uno de sus biógrafos, Edwin Honig, Federico García Lorca mostró su habilidad para aprender canciones populares, y a muy tierna edad escenificaba en miniatura oficios religiosos. Su salud fue frágil y no empezó a caminar hasta los cuatro años. Leyó en su casa la obra de Víctor Hugo y de Miguel de Cervantes. Como estudiante fue algo irregular. De niño lo pusieron bajo la tutela del maestro Rodríguez Espinosa, en Almería, ciudad en la que residió con su familia entre 1906 y 1909[cita requerida]. Inició el bachillerato de vuelta a su provincia natal y abandonó la Facultad de Derecho de Granada para instalarse en la Residencia de Estudiantes de Madrid (1918–1928); pasado un tiempo, regresó a la Universidad de Granada, donde se licenció en Derecho, aunque nunca ejerció la abogacía, puesto que su vocación era la literatura.
El olivo donde fue fusilado.
La ubicación meridional de Granada, donde se encontraba viva la herencia mora, el folclore, el oriente y una geografía agreste, quedó impresa en toda su obra poética, donde los romanceros y la épica se funden de manera perceptible. Después de su madre, fue Fernando de los Ríos quien estimuló el talento del entonces pianista en favor de la poesía; así, en 1917 escribió su primer artículo sobre José Zorrilla, en su aniversario.
La España de García Lorca era la de la Edad de Plata, heredera de la Generación del 98, con una rica vida intelectual donde los nombres de Francisco Giner de los Ríos, Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno y, poco después, Salvador de Madariaga y José Ortega y Gasset imprimían el sello distintivo de una crítica contra la realidad de España.
Influyeron, además, en la sensibilidad del poeta en formación Lope de Vega, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Manuel Machado, Ramón del Valle-Inclán, Azorín y el Cancionero popular.
Romance de la luna, luna (Romancero gitano)
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
– Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
– Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
– Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
– Niño déjame, no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.
Este texto correspondiente al
Romancero gitano de García Lorca es un claro exponente de la personalísima simbiosis entre tradición y vanguardia que caracteriza al poeta andaluz. Así, valiéndose de los elementos de un molde claramente arraigado en nuestra lírica –el romance –, los reelabora y recrea logrando encarnar de manera sugerente algunos de los temas, obsesiones y símbolos más representativos de su obra.
En síntesis, el poema nos cuenta una sencilla y conmovedora historia:
la muerte de un niño gitano en una noche de luna llena. Ahora bien, en García Lorca es casi una constante la fusión entre realidad y mito, de modo que se puede decir que la realidad se transustancia en el mito de una forma original y atractiva. De esta manera, la anécdota se diluye en un confuso y abigarrado mundo de sensaciones que enlazan con lo primigenio y eterno: el ancestral temor ante la muerte. Lo que queda tras la lectura es, fundamentalmente, la impresión de lo fatal.
Al leer los ocho primeros versos nos encontramos con una escena llena de vida:
es de noche, estamos en una fragua y un niño contempla embelesado la llegada de la luna
Tomado de http://cprweb2011.blogspot.com
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