Carta a un amigo
"…No hay ninguna razón para que dejemos de ser amigos…"
Jorge Luis Borges
Querido amigo:
Te aprecio mucho. Me gusta que estés ahí para que me escuches, o para que nos divirtamos, para compartir momentos, pero también me gusta que me cuentes cómo te sientes y cómo te van las cosas. Lo cierto es que me siento incómodo cuando dices que un amigo es quien está ahí cuando lo necesitas, cuando no tienes a nadie. Puede que tengas la razón pero esa frase me suena a desesperación, situación crítica, dependencia. Todos queremos poder contar con alguien, pero no podemos confiar en que alguien nos haga de bastón. Para evitar complicaciones y ser más prácticos, el grado de compromiso y exigencia es con uno mismo. Es uno quien no tiene que fallarse.
Ser amigos no implica que yo tenga que decirte todo lo que quieras escuchar, es decir, puedo mostrarte mi desacuerdo. Es más, prefiero que sea así. Si asintiera en todos tus decires hasta resultaría un poco hipócrita. Que tú me escuches puede ser para recibir tus consejos, para que veas cómo pienso, pero también puede ser para yo quitarme un peso de encima, para que al contártelo todo me parezca distinto. Pero sobre todo para que me acompañes en mi decir, no para que me juzgues, ni me impongas.
A veces te enfadas porque yo no hago lo que tú esperabas. Por eso me gustaría que lo que quisieras hacer por mí fuese a cambio de nada, es decir, que tus acciones no fuesen para establecer una relación comercial: "si tú me das uno, yo te doy uno, si yo no te doy tú no me das". Me gustaría que tus acciones no fuesen para hacerme sentir en deuda contigo. Me gustaría que tus acciones no fuesen para someterme a ti, ni para tiranizar la relación. En fin, no esperes nada de mí ni me idealices porque luego la decepción será mayor. Ni des por supuestas obligaciones, ni derechos.
¿Sabes por qué somos amigos? ¿Sabes por que nos unimos a unas personas y no a otras? Las relaciones humanas acontecen bajo el denominado proceso de identificación. Las relaciones entre las personas funcionan a modo de espejo: sólo si somos capaces de reconocernos en ese espejo estableceremos relación con esa persona. Nos relacionamos con quien nos identificamos, sea para aceptarlo o para rechazarlo. De manera que todo ser humano nos identificamos a los otros cuando hallamos en ellos rasgos de: lo que fuimos, lo que somos, lo que nos gustaría ser, del padre protector, de la madre nutríz. Nos podemos identificar a la ideología, a una imagen, aun recuerdo, a una mirada, aun proyecto, a una situación celosa…
Pocas veces hay razón suficiente para romper una amistad. Lo que pasa es que no todo el mundo está dispuesto a reconocer que se equivoca o que comete errores. Hay quien prefiere quedarse solo e insatisfecho antes que reconocer que el otro tiene la razón.
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