viernes, 27 de enero de 2017

ENTREVISTA "Dios no castigó a mi país por el matrimonio y la adopción igualitarios": Boris Dittrich

Desde 1994 en el parlamento, el holandés consiguió que los Países Bajos se encausaran para ser pioneros en derechos LGBTI. Este sábado, el director de estos asuntos en Human Rights Watch estará en el Hay Festival Cartagena conversando con la bióloga trans Brigitte Baptiste.


Boris Dittrich es un defensor mundial del programa de derechos LGBTI de la organización Human Rights Watch.

Boris Dittrich inició el debate en el parlamento holandés desde 1994 para que las personas gais tuvieran derecho al matrimonio. Había estudiado derecho en la Universidad de Leiden y por unos años fue juez del tribunal de Alkmaar, una ciudad en la provincia de Holanda Septentrional. En aquel entonces, el movimiento LGBT de los Países Bajos fortalecía sus luchas en defensa por los derechos de la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y trans del país europeo.

En ese contexto, Dittrich se hizo miembro del parlamento donde, tras casi 10 años de discusión, consiguió la aprobación de las uniones civiles de las parejas homosexuales. Hasta el 1 de abril de 2001 se legalizó el matrimonio de personas del mismo sexo en los Países Bajos, con el derecho de la adopción incluido; convirtiéndose en pionero frente a este tema, a pesar de la oposición religiosa y conservadora de la época. (Lea aquí: La eterna espera de los niños huérfanos)

Años después, Human Rights Watch nombró al abogado como director de defensa del programa por los derechos de las personas LGBT alrededor del mundo. Esta organización no gubernamental está compuesta por 400 profesionales situados en distintos países, quienes investigan, recopilan e informan sobre la situación de las personas homosexuales dentro de las Naciones Unidas, la Unión Africana y la Unión Europea, entre otras instituciones con poder global.

El Espectador habló con Boris Dittrich sobre los derechos de las personas LGBTI en Colombia. El exparlamentario dio consejos frente al próximo debate sobre el referendo contra la adopción por parte de parejas del mismo sexo, y explicó la realidad en otros países donde aún es un delito que dos mujeres o dos hombres se amen. (Lea: Referendo para prohibir que parejas gais y solteros adopten, a dos pasos de ser realidad)

Holanda fue el primer país del mundo en abrirse a los derechos LGBTI, ¿qué fue lo más difícil de ese proceso?

En realidad el hecho de que Países Bajos sea visto como un pionero en esa lucha y el hecho de que se hayan incrementado muchas leyes, hace que hoy no haya tanto por hacer en términos legales. El problema es que la discriminación sigue existiendo y debemos luchar contra ella a diario. Lo que estamos viendo actualmente es que hay muchos jóvenes en los colegios que son víctimas del acoso, simplemente por ser homosexuales o transgénero. Pero también hemos visto que hay personas LGBTI mayores, digamos de 70 años o más, que usualmente no tienen hijos ni nietos, y que hoy en día están yéndose a vivir a hogares geriátricos. A veces ellos mismos, en su soledad, están siendo víctimas de matoneo por los otros residentes o por el personal de los hogares.

Entonces uno de los principales retos es ver cómo podemos luchar contra esa soledad de la que son víctimas las personas mayores LGBTI, y también los estudiantes en las escuelas. Sin embargo, esos son temas que no podemos atacar desde el punto de vista legislativo, porque es más bien un problema de mentalidad de lo que viven y piensan las personas.

¿Qué parecido encuentra en el debate que se dio en los Países Bajos a principios de siglo y en la situación que enfrenta Colombia actualmente frente a los derechos de la comunidad LGBTI?

Hay muchas similitudes. Por supuesto, cada país es diferente, pero cuando yo inicié el debate sobre el matrimonio de parejas homosexuales en 1994 dentro del Parlamento holandés habían muchos oponentes de grupos religiosos que utilizaban argumentos que en realidad no eran correctos. Ellos trataban de generarle miedo al público. Le decían a la gente que si se abrían al matrimonio de parejas homosexuales Dios iba a castigar al país, y que iba a ser un caos absoluto. Entonces trataron de provocar mucho miedo, parecido a lo que están haciendo aquí y en otros países, como una estrategia para llevar el debate lejos de lo que debería ser el foco verdadero. El asunto es que cuando la gente siente miedo se aferra a lo que ya sabe y no busca nuevas alternativas. Eso sí es un paralelismo entre Países Bajos en los años noventa y en el momento que viven ustedes en Colombia.

Afortunadamente podemos probar que Dios no castigó a mi país, ya que hay toda una generación de jóvenes que no cree que hubo una época en la que los homosexuales no podían casarse. Les parece rarísimo, dicen: “¡Pero eso es discriminación!”. Qué maravilla que hay una generación que está tan acostumbrada a que las parejas homosexuales se puedan casar, que les parezca una época muy rara. Yo espero que eso también pase en Colombia, que la gente entiende que es la vida, que es normal y que se trata de seres humanos comunes y corrientes.

La senadora Viviane Morales, a través de un referendo, busca que parejas gais y personas solteras no puedan adoptar, ¿puede darnos algún consejo en este debate?

Esto va en contra de los intereses de los niños. Yo antes de ser político fui juez, trabajé en casos de adopción y hay que ver qué es lo mejor para los menores. Se ha probado en muchas instancias y por muchos estudios realizados en universidades de todo el mundo que un niño necesita amor, necesita atención, necesita afecto y esos deben ser los factores determinantes para criarlo, no la orientación sexual de sus padres.

Hay muchas parejas de lesbianas, por ejemplo, que crían niños y sería ridículo si no pudieran adoptarlos, ya que se ha comprobado que son excelentes madres.  Hay muchos opositores que creen que cuando los padres son gais o las madres son lesbianas, el niño se va a convertir en homosexual, pero esto no es cierto.



Al menos en el papel, las personas LGBTI en el país han conquistado todos sus derechos, ¿cuál es su visión sobre Colombia en comparación con otros países del mundo?

Hay 193 países miembros de las Naciones Unidas, y más o menos 75 países en donde todavía se penaliza la homosexualidad. Es decir, te pueden meter a la cárcel por amar a alguien de tu mismo género. Entonces si uno mira el panorama mundial, Colombia está muy avanzada junto a Argentina, Uruguay, Brasil, México con grandes avances, comparado con países africanos o algunos países asiáticos.

Eso no quiere decir que hayamos logrado todo, hay mucho trecho por recorrer, violencia en las calles contra la comunidad transgénero, matoneo en las escuelas. A veces los niños LGTBI se suicidan porque son víctimas de acoso (Lea aquí: El mural que le dice a Sergio Urrego que su legado está vivo). Incluso, en Países Bajos donde somos muy progresistas en términos legales, hay mucha discriminación.

¿Qué hacen desde el programa de derechos LGBT en Human Rights Watch para defender los derechos de estas personas homosexuales condenadas?

Nosotros somos una organización que se basa en la investigación, entrevistamos a las víctimas de las violaciones de los derechos humanos, a los hombres homosexuales que han sido encarcelados por su orientación sexual.  Vamos a las cárceles y les preguntamos ¿qué pasó?, pero también indagamos con la Policía, políticos y a otros actores de la sociedad. Al final, compilamos esa información y generamos una serie de reportes.

Estos informes van acompañados de recomendaciones a los gobiernos para que cambien la legislación o sus políticas, y así evitarlas. A veces somos exitosos en nuestras labores y a veces no. Con frecuencia no, porque el gobierno no quiere cambiar sus leyes, aunque nosotros buscamos el contacto con los medios con el fin de enviar nuestro mensaje. De esta manera la gente aprende, porque normalmente en estos países donde aún se penaliza la homosexualidad, el gobierno controla los medios y el público jamás se entera de lo que está pasando allí. Entonces nosotros tratamos de divulgar esa información para generar un cambio.

A las Naciones Unidas, la Unión Africana, las cortes, los jueces, les enviamos nuestra opinión a través de informes amicus curiae (amigo de la corte) o de conceptos de expertos. Todo con el objetivo de influenciar de manera positiva en el respeto a los derechos fundamentales como la igualdad y la no discriminación.

En Colombia se ha hablado sobre cuán adecuado es hablar de orientación sexual en los colegios, ¿por qué cree que este tema pueda ser importante y cómo debe tratarse?

Es muy importante hablar de estos temas, por supuesto, depende de la edad de los niños, pero yo diría que en el bachillerato se debe conversar. Si no lo hacemos, los estudiantes van a tener muchas preguntas sobre la sexualidad, tendrán relaciones sexuales entre ellos y deben estar informados. De hecho, existe una convención sobre sus derechos, donde se habla del compromiso de los mayores al brindar información importante para el desarrollo de los pequeños, eso incluye el desarrollo sexual. Ahora, quiero recalcar que no se trata de convertirlos para que se vuelvan gais o lesbianas, sino dar información neutral que hable del comportamiento humano.

¿Qué piensa sobre los espacios exclusivos para la comunidad LGBTI? ¿Cree que son beneficiosos?

Cuando pienso en los Países Bajos puedo ver todo el desarrollo que ha habido: en los años 70’s, la comunidad LGTBI quería todo el tiempo estar junta, porque todavía estaban luchando y querían encontrarse. Por eso requerían espacios para ellos donde pudieran reunirse de manera tranquila y segura, así surgieron muchos cafés gay o teatros gay.

Ahora que tienen los mismos derechos por ley, vemos que las nuevas generaciones no quieren sentirse aisladas. En efecto, la mayoría de los cafés gais en Países Bajos quebraron porque todos los jóvenes quieren estar con las personas de la comunidad LGBTI, y como hay menos discriminación pues ya no se necesita estar separado de los demás. Pero depende de lo desarrollado que esté un país o no, porque yo sé que en lugares de África es muy importante tener espacios seguros, donde se puedan organizar reuniones y hablar de estrategias para promover los derechos de la comunidad. Eso depende del país.


El Espectador
Foto: Mauricio Alvarado 
Por: Camila Taborda
En Twitter: @Camilaztabor

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